el poso de la prosa

Cristóbal / Villalobos /

'Allegro ma non troppo'

ALEGRE, contento, aunque no demasiado, es mi libérrima traducción del título del libro, Allegro ma non troppo, del historiador transalpino Carlo María Cipolla.

Cipolla, de apellido algo menos cómico en su pronunciación italiana, fue un prestigioso profesor que dedicó toda su vida a la Historia Económica. Un día el erudito, curado por la vejez del rigor académico y con la noble intención de luchar contra el aburrimiento, escribió para sus amigos un delicioso panfleto, que distribuyó entre ellos de forma artesanal, donde, con tono de humor, humorismo lo llamaba él, explicaba el desarrollo de la Historia de la Humanidad a través de las "leyes fundamentales de la estupidez humana".

Hasta entonces se había menospreciado la capacidad de este poder, el de la estupidez, para dirigir los designios del planeta. La gente estúpida, los necios, los memos, constituyen un grupo de poder infinitamente más poderoso que cualquier mafia, que la industria militar, la banca o cualquier lobby.

Con este punto de partida Cipolla enuncia las bases de las leyes fundamentales de la estupidez, algunas de las cuales nos llaman a no subestimar nunca el número de personas estúpidas que tenemos a nuestro alrededor, nos puede sorprender el número de ellos, así como a no menospreciar nunca el potencial dañino de estas personas.

De este modo, para el historiador existirían cuatro tipos de personas según las acciones que llevan a cabo en sus vidas: las personas inteligentes, que con sus comportamientos benefician a los demás y a sí mismos, las desgraciadas, que benefician a los otros y se perjudican ellos, los bandidos, que hacen daño a sus semejantes para sacar beneficio propio y, por último, los estúpidos, que tienen la perniciosa habilidad de perjudicar tanto a los demás como a ellos mismos.

El poder de la estupidez, que se multiplica de forma potencial cuando un estúpido alcanza una situación de poder, consiste fundamentalmente en que las personas razonables podemos entender la lógica del malvado. Sin embargo, no existe forma alguna de prever los ataques de una criatura estúpida, hacen daño en los momentos y lugares más improbables e impensables.

El estúpido, en su sinrazón, es un ser capaz de sorprendernos con lo peor, pues en su memez es imprevisible. El autor firma el librito humorístico con un guiño ¿hasta qué punto la teoría enunciada es sólo un juego de humor inteligente?

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. O no.

Adiós, Zapatero.

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