El poso de la prosa

Cristóbal Villalobos

El espíritu de Chaves Nogales

CUANDO parece que todo está ya más que dicho sobre la Guerra Civil, que todo lo que se escribe abunda en los mismos tópicos de siempre, maniqueos y falsarios en múltiples ocasiones, aparece un rayo de luz, una gota de agua que refresca el rancio panorama.

La obra que trae claridad a ese desalentador escenario bibliográfico sobre nuestra contienda fratricida, en la que últimamente destacan los refritos de historiadores, en teoría prestigiosos, y las novelas que soban, una y otra vez, los mismos estereotipos de siempre, con alguna honrada excepción, por supuesto, tiene la gracia de ser novedosa habiendo sido escrita en 1938.

Se trata de La defensa de Madrid, publicada hace menos de un mes, del genial escritor sevillano Manuel Chaves Nogales, testigo lúcido y cronista incomparable de las peores horas de la civilización occidental durante el siglo XX, primero en Madrid, después en París y Londres, durante la Segunda Guerra Mundial.

Fue en París donde en 1938, refugiado de la barbarie española, reprodujo con su prosa vertiginosa los días más complicados de la defensa de Madrid.

Principios del mes de noviembre de 1936. El gobierno republicano huye de la capital de España, a punto de caer, con destino a Valencia. Al general Miaja se le confía la misión imposible de organizar la resistencia de la ciudad. Nadie cree que pueda conseguirlo.

En La defensa de Madrid se recogen las crónicas sobre estos días históricos que el periodista y escritor andaluz escribiera para diversas publicaciones internacionales. Miaja se agiganta en medio de una ciudad infernal y caótica, una pesadilla de sangre y fuego en la que el autor pretende, aún siendo fiel a sus principios democráticos, o quizás debido a ello, mantener su pensamiento crítico y libre, denunciando la barbarie de ambos bandos, sin renunciar a su compromiso republicano, que no identifica con los analfabetos anarquistas y comunistas.

Miaja y Madrid son los protagonistas de un relato que destaca por su visión y madurez política. El cronista, aun en medio de los bombardeos y las privaciones, es consciente de que en los dos lados de las trincheras, bajo los totalitarismos que sacudirían en breve Europa, se derramaba de forma estúpida la sangre de los españoles, cosa que no hubiese ocurrido "si unas tropillas de españoles cretinos y traidores" no nos hubiesen arrastrado a la barbarie.

Chaves Nogales es uno de esos españoles que perdieron la guerra por partida doble, aquellos que no se dejaron llevar por los extremismos, las vísceras y la violencia. Un representante de la España que casi nunca fue y que debemos construir, por nuestro bien, entre todos.

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