Letra pequeña

jAVIER NAVAS

cuentas cantantes

POR motivos de corrección política retiraron los cadáveres del escudo de Vélez-Málaga pero la Cámara de Cuentas los ha encontrado en los armarios del Ayuntamiento. Apestan bastante. El alcalde, el popular Delgado Bonilla, había solicitado la intervención de la Cámara para hurgar en la actividad del equipo de gobierno que le precedió, con la presumible convicción de que lo iba a empapelar. Pero el viento sopla por donde quiere, llevando el olor de la presa al depredador, y los investigadores ventearon carne fresca -o putrefacta, según- en años de los que Delgado no dijo nada: un periodo en que mandaba él. Ahora se estará arrepintiendo de no haber reclamado que actuase el inspector Clouseau.

Ni manuales, ni métodos reglados de control y vigilancia… Vélez funcionaba por olfato, al alcalde lo guiaba su percepción extrasensorial, que le falló al no estimar que las auditorías auditan lo que les viene en gana. Es desconcertante que él mismo hubiese pedido un estudio de los años previos a su ascensión. Tenía que estar muy seguro de que su gestión había sido impecable, de otro modo no se hubiese atrevido a la machada de reclamar auditores para que husmearan tan cerca. Si dictaminan falta de control tenemos que figurarnos que el desbarajuste era colosal: estaba todo tan liado que ni desde dentro se veía que estaba liado.

No parece que la Cámara haya encontrado indicios de fraude; como mucho, prevaricación por ignorancia inexcusable. Es decir, igual que ha pasado tantas veces, los administradores municipales en el plazo examinado no eran unos chorizos: más bien unos mantas. Los manuales de estrategia militar avisan de lo nefasto que es llamar a un ejército extranjero para que se ocupe de los enemigos internos. No vamos a pedir que Delgado Bonilla se lea a Sun Tzu o a Clausewitz cuando ni siquiera se lee la literatura de su ayuntamiento. El informe señala el incumplimiento de atribuciones de la alcaldía. Un gestor que no asume sus obligaciones y busca investigadores que puedan detectarlo, o bien le gusta vivir al límite, desafiar el peligro y hacer de su trabajo un "X-treme sport", o bien no sabe cuáles son estas obligaciones ni teme que otros sí lo sepan. Delgado Bonilla fue designado aspirante al Premio Nacional Pablo de Tarso para el mejor alcalde de España; después de esto le convendría presentar su candidatura al Premio Nuestra Señora de los Misterios o al María Interventriz.

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