Aun mes del final de la Liga el Málaga está salvado y jugará un año más en Primera, algo innegociable para la pervivencia del club en circunstancias no críticas. Falta un remache matemático, pero así será. El taxista, el suegro o la frutera preguntan que si sigue Schuster o no. El alemán no deja indiferente. En Málaga se ha granjeado más fobias que filias, su carácter no casó de primeras con la afición y algún episodio recogido por las cámaras avivó ese fuego. Es una realidad, como también que no se le puede reprochar, desde el punto de vista resultadista, demasiado.

El bajón de calidad y talento en la plantilla es evidente. De los fichajes veraniegos más la mitad se han revelado fiascos o lejos de un punto de cocción mínimo para jugar en España. Schuster ha impulsado la carrera de Darder y Samu y ha recuperado a Juanmi, tres canteranos, activos del club. Tardó en cuadrar el once, pero 15 de los últimos 24 puntos en liza valen una permanencia holgada. Su continuidad o no no se puede medir por números, por si queda octavo o el 13 a final de la Liga. Se mide por si gusta cómo y lo que ha sembrado, por la perspectiva futura después de salvar un delicado año de transición en el que había mucho más que perder que ganar tras el mejor bienio de la historia en el balompié malagueño.

Como en toda relación, el fútbol no es una excepción, la confianza es la esencia de la misma. Desde fuera la percepción es que el Málaga, habiendo apoyado a Schuster cuando la situación era delicada, nunca crítica, ha dudado de la idoneidad del alemán en este periodo pese a haber rubricado un contrato por cinco temporadas que con el tiempo se ha revelado que tiene escapatorias. Quedar del décimo para arriba significa que habría que pagarle a Schuster cuatro millones para rescindirle. Quedar por debajo de ese puesto abarata bastante el corte de la vinculación.

¿Se confía en Schuster? Si el alemán, que parece que sí por cómo se ha movido en la última semana en la sala de prensa, también quiere, para adelante con él. Pero sin dualidades ni incertidumbres. Que no sea una temporada perdida la que agoniza, que valga para algo.

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