La esquina

josé / aguilar

Los que robaban

LOS acontecimientos de los últimos días han dejado al nacionalismo catalán de Artur Mas y Convergencia Democrática ante una bomba de fragmentación con dos escapatorias insuficientes: o convencen a Pujol de que abandone "voluntariamente" el partido o lo echan ellos para salvarse a sí mismos y a su baqueteado proyecto político.

Si Jordi Pujol pensaba que con su confesión del viernes iba a expiar sus pecados de defraudador fiscal durante tres décadas largas y salvar a los hijos de sus indagadas implicaciones como traficantes de influencias a la sombra del padre, es que ha perdido definitivamente todo contacto con el principio de realidad. Si creía que la confesión exoneraría a Convergencia de toda culpa, pues lo mismo.

Porque Pujol padre es el fundador del partido, fue presidente de la Generalitat durante veintitrés años y desde su salida del cargo ostenta el título de Molt Honorable President, con sueldo, oficina, secretaría y seguridad. Porque el sucesor que él designó orillando a Roca (o sea, Artur Mas) estuvo varios años de consejero de Hacienda, es decir, responsable de que los ciudadanos catalanes cumplieran sus deberes con el Fisco, siendo así que el primer ciudadano de Cataluña, su jefe, se llevó el dinero de una herencia a Andorra. Y porque los hijos del Honorable que deshonró la institución y engañó al pueblo no están siendo investigados judicial y policialmente sólo por la suerte de la herencia del abuelo, sino como delincuentes, presuntos, por otras actividades: comisiones y mordidas en concesiones y contratas adjudicadas mientras papá moraba en el Palau de la Generalitat, a cuya balconada se asomaba para denunciar cualquier crítica a su gestión como un ataque intolerable a Cataluña.

Ésta es la verdad del cuento: envuelta en la senyera y abonada al patriotismo, la Familia Pujol se ha estado enriqueciendo a costa de Cataluña mientras acusaba a España de robar a Cataluña. Desde el principio, cuando ayudaba a la gobernabilidad del Estado a cambio de privilegios y prebendas arrancados a los gobiernos de Felipe y Aznar, hasta el final, ya fuera de la Generalitat, cuando han mandado a hacer puñetas la gobernabilidad del Estado y se han subido a la ola que pretende destruirlo. ¡Con cuánta justificación querían una Hacienda propia!

Que España roba a Cataluña cada vez es más difícil de demostrar. Que Pujol ha robado a Cataluña, cada vez más fácil.

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