EN el debate sobre el estado de la Comunidad, la presidenta de la Junta arremetió, no sin razón, contra el gobierno central por el reparto del Fondo de Convergencia. Susana Díaz lo califica de atropello a Andalucía. Desde el Ministerio se han limitado a afirmar que han aplicado criterios objetivos. Pero los números parecen dar la razón a quienes acusan de manipulación sectaria al gobierno de Rajoy. Un feo asunto que si bien dificultará la elaboración del próximo presupuesto, también permitirá al gobierno andaluz de coalición centrar su estrategia en la confrontación con el gobierno central; algo que históricamente ha dado buenos réditos electorales a los socialistas andaluces.

Pero no es al fondo de este asunto al que me quiero referir sino a un aspecto parcial del mismo. Sostiene Díaz que entre las causas de la disminución de los fondos para la financiación andaluza están los "acuerdos de trastienda" a los que llegaron, según ella, en su último encuentro Rajoy y Mas. Por otra parte, los socialistas critican a Rajoy por refugiarse en la legalidad en lugar de propiciar el dialogo con los soberanistas. Éste puede decir que lo critican por no dialogar y por hacerlo. Se le exige transparencia en las negociaciones que, al parecer, se abrieron a partir de dicho encuentro. Según Byung-Chul Han "La política es una acción estratégica. Y, por esta razón, es propia de ella una esfera secreta. Una transparencia total la paraliza". Aunque no se comparta la tesis del filósofo alemán, en la actual situación no es realista exigir, si se quieren resultados prácticos, que toda posible negociación con la Generalitat deba hacerse ante las cámaras de TV. Por otra parte, teniendo en cuenta el leiv-motiv de la explosión del secesionismo en el último lustro, no parece realista pensar que en una salida negociada al contencioso Catalán no estén sobre la mesa la financiación y la autonomía fiscal. Es obvio que un acuerdo sobre dichas materias afectaría inevitablemente al conjunto del sistema.

Aunque sea en lo único, estoy entre los que creen que Rajoy acierta en este asunto. También creo que lo deseable sería que el contexto permitiese apelar a la democracia deliberativa para abordar un problema en el que tanto nos jugamos. La cuestión es si estamos dispuestos a aceptar la necesidad, para alcanzar acuerdos que eviten la división, de cesiones mutuas en las que todos tendremos que perder algo para conseguir lo importante.