Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

El voto

ES mejor votar que no hacerlo, pero el referéndum no es la ambrosía de la democracia. El resultado escocés deja un país dividido, un 45% se queda frustrado. No es edificante. Imaginemos el balance contrario, un 55% no hubiera representado una mayoría cualificada para dar un paso tan trascendental como la de dividir a un país. Sin embargo, hoy diríamos que los escoceses han querido ser independientes. ¿Todos? No, poco más de la mitad. Recordemos el de la OTAN, una profunda división entre familiares, amigos, vecinos; entre un presidente de izquierdas que hizo de la elección un plebiscito hacia su persona y una derecha que pidió la abstención para cargarse a aquel presidente. Un 53% de síes. Estos referendos tienen un carácter bélico, vienen a solventar a las bravas el fracaso del pacto político, que es la esencia de la democracia. La sociedad vota dividida a un único Parlamento, y éste es el encargado de forjar los grandes consensos. Los referendos sirven para sancionar los pactos, el de la Constitución, el de los estatutos. Cataluña ha decidido cada vez que ha votado, tiene un Parlamento, pero los independentistas quieren resolver en un instante el futuro de todas las generaciones. El pacto le compete a ellos y al Gobierno de la nación; forjen un acuerdo sin corsés, porque el propio corsé es reformable si hay pacto. Y, después, digan sí o no.

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