el periscopio

León / Lasa

La utilidad de lo útil

Estamos en un mundo obsesionado por el pragmatismo a corto plazo y el beneficio que no deja lugar para las humanidades

LEO estos días una obrita ligera, de pocas páginas, que me entró por la vista cuando la vi en el escaparate de una de las pocas librerías que aún sobreviven en mi ciudad, y que corren tanto o más peligro de expirar que los árboles centenarios que han sido talados días atrás. El libro -no divaguemos- se titula La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine, editorial Acantilado, y postula una defensa a ultranza de todas esas artes -la poesía, la música clásica, la pintura...- que, de manera creciente, se antojan como materias superfluas y casi estrafalarias en un mundo más y más obsesionado por el pragmatismo a corto plazo, por la técnica, por el beneficio contable, por lo tangible. Señala Ordine que valoramos un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte. Ya Rousseau -hace siglos- había notado que "los antiguos políticos hablaban incesantemente de costumbre y de virtud; los nuevos sólo hablan de dinero y de negocios". Como se puede observar, nada nuevo sub sole.

Sin embargo, y estando apesadumbradamente de acuerdo con los postulados del escritor italiano, la realidad es la que es. ¿Qué salidas laborales se ofrecen hoy día a los estudiantes de Humanidades, de Filosofía, de Fistoria? Prácticamente ninguna. Hemos entrado -sin posibilidad de redención- en un mundo obsesionado por los rendimientos, los dividendos, las sinergias, el maquinismo. Esta semana, el diario Expansión (Títulos que garantizan empleo), reseñaba que más del 60% de los trabajos cualificados que se ofertan en España exigen titulación universitaria; pero no cualquier titulación. Las carreras más demandadas, con enorme diferencia respecto a las demás, son Administración y Dirección de Empresa (no sé si hay suficientes sociedades en este país para tanto estudiante de ADE), Ingeniera Industrial, Ingeniería Informática y Empresariales. Casi tendría que dar gracias a Dios de que mis hijos cursen alguna de esas carreras y que nunca les haya visto con una novela en la mano o leyendo una poesía ("tengo mejores cosas que hacer", me espetó una vez uno de ellos cuando le animé a hojear El guardián entre el centeno). El libro de Ordine merece ser leído como un ejercicio de diletantismo puro o de nostalgia indolora, pero me temo que si el autor (profesor de literatura italiana en la Universidad de Calabria) tuviera hoy dieciséis años, es más que probable que terminara estudiando una ingeniería técnica o algo similar. Primum vivere, deinde filosofare reza el adagio latino. Por suerte o por desgracia.

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