La esquina

josé / aguilar

Oposición sin papeles

SE va a creer el hombre que existe una conspiración contra él, dada la práctica unanimidad de los comentaristas de todos los colores, y aun de los descoloridos, pero el líder del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, concita una mala opinión de la crítica, lo cual no quiere decir que también la tenga mala entre el público. Es pronto para saberlo.

Quizás ha subestimado la potencia de su adversaria socialista o quizás ha creído que le bastaba con moverse mucho o hablar todos los días para consolidar su liderazgo. Lo cierto es que su nivel de conocimiento popular -a priori, su principal hándicap- va creciendo sin pausa, pero no necesariamente para bien. A medida que se le conoce más se transparentan mejor sus carencias.

Por ejemplo, la denuncia de la corrupción -el gran problema político de la Junta, sin duda- ha de ser constante y enérgica porque le conviene al PP y, sobre todo, porque responde al interés general de los andaluces. Pero es que también debe ser solvente y sólida. En una reciente entrevista en Canal Sur Juanma Moreno (así le llamo como a él le gusta) ha dicho que "la cúpula socialista se ha enriquecido ilícitamente" y que el dinero defraudado en los casos que investigan los jueces se eleva a 2.500 millones de euros. Para justificar ambas afirmaciones ha metido en la "cúpula socialista" a Ángel Ojeda, que fue consejero de la Junta hace casi treinta años, y a Francisco Javier Guerrero, ex director general de Trabajo sin cargo orgánico de relieve en el PSOE. En cuanto al dinero desviado, lo ha calculado sumando lo que aparece en los medios de comunicación.

Esto ni es solvencia ni refleja solidez. No tiene nada de extraño que esas acusaciones de brocha gorda hayan servido para que el PSOE amague con presentarle una querella, aunque más extraño sería que pasara del amago a la presentación real y todavía más que la demanda llegara a algún sitio. Forma parte del barullo del juego político, pero no por ello deja de reflejar la inanidad de una oposición más atenta a la descalificación que a la racionalidad documentada y seria.

Un partido con aspiraciones, y posibilidades, de gobernar, y un dirigente-candidato que ambicione dejar de ser promesa para convertirse en realidad no pueden denunciar sin papeles, distorsionar los hechos reales con la exageración y arrojar piedras indocumentadas. Bueno, sí que puede, pero arruinando su carrera y fortaleciendo a su adversario.

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