Las dos orillas

josé Joaquín / león

Culto al líder

EL congreso, asamblea ciudadana o cosa parecida de Podemos terminó en Madrid este domingo, pero los resultados no se conocerán hasta dentro de una semana. No se puede negar que son diferentes. Imaginen que el PP o el PSOE organizan un congreso y no se conoce si los planteamientos de su líder son ratificados hasta varios días después. Ellos dirán que en la casta se sabe todo desde antes de empezar. En Podemos también se intuye, pero se vota en diferido y eso le da como más intriga al asunto. Detrás de la votación está una idea de fondo: ver si Pablo Iglesias es el líder, o si se forma un triunvirato colegiado, como propugnan Pablo Echenique, Teresa Rodríguez y Lola Sánchez. Es decir, que los eurodiputados elegidos en mayo están divididos en dos corrientes, que discrepan en algo básico: quién manda ahí.

Podemos tiene un líder, que es Pablo Iglesias. Esto es lo que más temen los demás partidos. Y no sólo la izquierda. Porque al presentarse como Podemos (o sea, algo etéreo) han disfrazado a la extrema izquierda para buscar votos en todos los graneros. Están más allá de la división entre izquierdas y derechas. ¿Por qué? Porque ya no está de moda ser de izquierda y ser de derecha nunca estuvo bien visto. De manera que ahora lo que mola es estar cabreado, indignado, hostil contra el sistema, dispuesto a poner todo patas arriba. Sin proyecto alternativo, pero con mucho afán de acabar con lo que hay, eso sí.

Pablo Iglesias es un político inteligente y astuto. Y eso le convierte en un peligro para Pedro Sánchez, por ejemplo. Iglesias no quiere una dirección colegiada porque sabe que en el marxismo lo que funciona es un Lenin, un Stalin, un Mao, un Fidel Castro, un Hugo Chávez... El culto al líder forma parte de la esencia de las dictaduras, incluso las del proletariado. A otro nivel, si Izquierda Unida no ha llegado más lejos es porque nunca ha tenido un líder, el más parecido era Julio Anguita, pero mayormente en Córdoba. Y el carisma de Gaspar Llamazares o Cayo Lara es flojito.

Desde el liderazgo personalista se despotrica mejor. Y a pesar de que la democracia de los partidos es la única que ha funcionado con libertad y prosperidad en el mundo, estos personajes suelen decir que no son verdaderamente democráticas. Eso también lo decía Franco, que era un caudillo, pero no se veía a sí mismo como un dictador. En este país hay gente que está habituada a escuchar esos mensajes, sin que les chirríen. Por todo ello, un Podemos sin el líder del poderío es imposible.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios