CUENTAN y dejaron escrito quienes la vivieron que uno de los motivos de la caída de la URSSS fue su mastodóntica burocracia. Trotsky decía que eran entre cinco y seis millones de personas que "no hace directamente un trabajo productivo, sino dirige, ordena, manda, hace favores y castiga". Esa clase devino en privilegiada y erosionó las bases de la Revolución, sostiene uno de los padres de ella. Habría muchos motivos más, pero ése fue uno.

Aquí, en el capitalismo en el que se vive, se entiende con frecuencia en el sentido que ofrece la última definición de la RAE. "Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas". Vemos un caso palpable en los Baños del Carmen. Por el enclave, por su encanto, por su historia, debería ser un lugar de referencia en Málaga. Pero van pasando los años y se puede palpar el progresivo deterioro. La pelota va de administración en administración. Costas, Ayuntamiento, Junta, inversión privada. Y vuelta a barajar a la espera de que salga una carta sobre la que discutir. Y así un bucle eterno. No es cuestión de hacer allí un hotel de superlujo que destroce la línea de playa ni de la dejadez actual. Un término medio, privado de intereses personales, acorde a lo que es un punto brillante en un lugar que encierra parte de la esencia de Málaga. Y que turísticamente también aporte.

He leído en estas páginas a Antonio Berdugo, el socio más antiguo del Málaga, relatar que los partidos de fútbol se jugaban allí antes de la construcción de La Rosaleda, cuando el Real Málaga, el Fútbol Club Malagueño o el Club Deportivo Malacitano. Que un barquero ejercía de recogepelotas y que un temporal que se llevó por delante las porterías obligó a emigrar a Martiricos. Allí se jugó por primera vez al tenis en Málaga y existen muchas historias documentadas sobre una zona de la que pronto se cumplirá un siglo desde la inauguración del balneario. Quizá para 2018 se pueda pasear por un parque, tomarse un bocadillo sin que un cristal corte y hasta podrá jugarse un partido de fútbol hasta con el barquero. Siempre que la burocracia lo permita.

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