La esquina

josé / aguilar

¡Qué familia más original!

OH, la, la, qué familia más original", era el estribillo de una exitosa canción, más bien ratonera, de mis años mozalbetes. El grupo que la cantaba decía haber conocido a esa familia en Trinidad y voceaba que "el padre era un hombre sencillo y formal, llevaba a casa casi todo el jornal".

La Familia por antonomasia de la Cataluña contemporánea -sólo le gana, por puntos, la Sagrada Familia- también es de lo más original. Más de la mitad de sus miembros está imputada o en vías de imputación por presuntos delitos vinculados, todos ellos, al dinero. Con una característica común: ellos no los consideran delitos, sino formas de reparación colectiva por los grandes servicios prestados a la nación -catalana- y por los no menos grandes sacrificios que han tenido que afrontar para prestarlos.

El padre ha llevado a casa algo más que el jornal del patriarca de Trinidad. Ha llevado, sobre todo, el ejemplo de toda una vida destinada a conseguir que una causa con pretensiones de epopeya sea también una fuente inagotable de gloria patriótica y bolsillos repletos. Empezó con una herencia paterna puesta a buen recaudo de la Hacienda enemiga, pero fue mucho más decisiva la herencia paternal-política recibida de Tarradellas (la Generalitat). Es la que le permitió organizar un tinglado de adjudicaciones e influencias, comisiones y blanqueos, del que toda la camada lleva viviendo más de veinte años. Pujol llevó a casa bastante más que "casi todo el jornal".

Cómo será de sólido el entramado que el jefe de la Familia ha perdido ya hasta la honorabilidad del título que le otorgó la voluntad popular y, sin embargo, apenas ha empezado la implacable Justicia a desentrañarlo y desactivarlo. Mientras él habrá de explicar lo de la herencia opacada, Jordi hijo está emplazado a dar cuenta de sus ingresos millonarios y blanqueados junto a los empresarios contratistas de la Generalitat que se los dieron, Oriol finiquitó su ambición al delfinato político por favorecer a sus amigos con las ITV y Oleguer, el chiquitín, le parece a la Audiencia Nacional sospechoso de lavar el dinero de todos ellos.

Y todo en nombre de Cataluña y conduciéndola a pelear con España. Esto me recuerda al viejo Bertolt Brecht y su poema contra la guerra: "En el momento de marchar muchos no saben que su enemigo marcha al frente de ellos. La voz que les manda es la voz de su enemigo. Quien habla del enemigo, él mismo es enemigo".

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