DOS asuntos centran la atención de los seiscientos delegados de Izquierda Unida de Andalucía, elegidos por las asambleas locales, que participan este fin de semana en Bormujos (Sevilla) en la asamblea regional de la organización. Uno, explícito porque es el objetivo oficial del cónclave, hacer balance de la gestión del gobierno de la Junta que la coalición comparte con el PSOE. Otro, implícito, la política de alianzas que se debe aprobar ante los próximos compromisos electorales.

El primero creo que se saldará con la ratificación del pacto de gobierno que ha llevado a Susana Díaz a la Presidencia de la Junta, y a Diego Valderas a la Vicepresidencia. Aunque a los sectores de IU que lo rechazaron ya antes de firmarse el acuerdo, en 2012, se han sumado otros que cuestionan que la política desarrollada por el bipartito haya sido suficientemente progresista, una buena mayoría de los delegados apostarán por su continuidad. Así lo sugiere el hecho de que el informe previo del coordinador andaluz, Antonio Maíllo, haya sido ampliamente respaldado en las asambleas locales.

Un sólido argumento para sostener -y sostenerse en- el bipartito es lo inconveniente que resultaría la opción alternativa: romper con el PSOE sería tanto como provocar el adelanto de las elecciones autonómicas, y ahí es donde interviene el otro factor que sobrevuela la asamblea, que es la irrupción de un Podemos en alza que disputa la base electoral de Izquierda Unida y compite con ella por los mismos sectores sociales.

La verdad es que IU no sabe bien qué hacer con Podemos, un adversario político tan incordiante que más parece un enemigo mortal en la lucha por la supervivencia de la coalición. Ignorarlo es imposible. Sumarse, suicida. Converger con Podemos y otros grupos de izquierdas, muy complicado, empezando por la displicencia con que los de Pablo Iglesias reciben los llamamientos a la unidad. Esto último es lo que propone un resurrecto Julio Anguita -el creador de IU Andalucía tal como la vemos ahora-, identificado con los planteamientos rupturistas y constituyentes de Podemos e irresistiblemente atraído por la vocación de centralidad y encarnación de la llamada "mayoría social" que pretende el nuevo partido.

Anguita habla de ir a una democracia soberana, "mucho más allá del simple hecho electoral". La expresión da miedo. Remite a otras formas de "democracia" distinta a la que conocemos. Que es la menos mala.