UN año más se ha celebrado el día de Andalucía; en esta ocasión con el parlamento disuelto. Normalmente cuando hay un luto se suprimen las celebraciones y de luto está Andalucía, llevada a las urnas con una anticipación injustificada, so pretexto de una inestabilidad, que después de las elecciones del 22 de marzo seguro que vamos a añorar y después de no haber sabido aprovechar los 83 mil millones de euros que Europa nos ha regalado en estos 35 años. ("¡puta Europa, que nos impone recortes, y nos manda la troika, si no los hacemos!") Y no por inversiones inadecuadas, sino por el descontrol absoluto de esos fondos, con cerca de trescientos administradores (y dos ex presidentes) llamados a declarar ante el juez para que expliquen qué hicieron con los dineros.

Por eso no es el día de Andalucía lo que se conmemoró, sino el día de su presidenta, doña Susana, que llegó a él henchida de moral y de éxitos. Tiene razón en que últimamente las cosas le van bien. Ha conseguido la maternidad después de varios años de matrimonio y por ello su alegría es justa. Pero gran parte de su euforia se debe a que se ve como presidenta del Gobierno de España. Sólo necesita lograr la Presidencia de Andalucía, luego la secretaría general de su partido y la nominación, por aclamación, como candidata.

No sé si ustedes han observado que ella no menciona nunca al candidato del Partido Popular, cuando es el principal partido de la oposición y el más votado en las anteriores elecciones. Por supuesto, que del líder de IU ni se acuerda, aunque les debe la presidencia y cogobernó con ellos y menos de esa chiquita de Podemos que habla el andaluz cateto. Todas sus críticas para un solo destinatario: el presidente Rajoy. "Ese gallego que hace todo el daño que puede a Andalucía. Ese prestamista usurero y culpable de los recortes que ella ha tenido que hacer en educación y sanidad", aunque ni siquiera ella pudo reabrir las escuelas de hostelería, cerradas en Cádiz y en Málaga, que cuestan cuatro perras y que sirven para la única industria de porvenir que tenemos.

Doña Susana debe reflexionar que en la política no es todo imagen y victimismo; además, hay que hacer cosas. Sabemos que Doña Susana, en cuestión de imagen, es de lo mejor que hay (también Belén Esteban es muy buena en esa cuestión) pero lo que interesa saber es si vale para gobernar, porque aún no lo ha demostrado.

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