La tribuna

Francisco González García

Otra vez topamos con la religión

EN octubre de 1989 se celebró en Granada un Congreso sobre Educación y Sociedad donde el filósofo de la Ciencia Mario Bunge impartió una conferencia titulada Aprender y enseñar Ciencia y Técnica o decaer. En su discurso enumeró hasta dieciséis medidas para mejorar la enseñanza de la matemática, de las ciencias naturales, sociales y de las técnicas; en definitiva abarcó todos los componentes y aspectos del sistema educativo. Comentó la formación del profesorado, las técnicas de enseñanza, la organización de centros, el fomento de la investigación, las inversiones en el sistema educativo desde la infancia a la universidad, etc.

Una de las medidas citadas para mejorar la educación, que por entonces me pareció menor, era criticar la superstición y pseudociencia en el aula y en la prensa. En estos más de 25 años transcurridos desde esa fecha hemos asistido en España a una bochornosa sucesión de cambios legislativos en educación, con un baile de siglas, decretos, reformas y contrarreformas que han producido el hastío generalizado entre el profesorado y la creciente sensación de incredulidad y pérdida de confianza en el sistema educativo entre las familias.

En este debate hay que introducir, para el caso español, la existencia de la singularidad de los centros concertados (titularidad religiosa pero mantenidos con fondos públicos). En varias ocasiones he escrito desde esta tribuna para denunciar la injusta situación de sus trabajadores y la ventaja que obtiene el Estado con esta singular situación que no tiene equivalente en otros países. Empero ese es un tema laboral que no debe confundirse, aunque sin duda se entreteje y mezcla, con el hecho del adoctrinamiento religioso en esas aulas y en general con el adoctrinamiento religioso en todo el sistema educativo español.

Hasta en la Universidad hemos tenido que discutir, para el plan Bolonia, si los créditos de Religión contaban o no contaban en los planes de estudio. Y siempre nos aparece, como espada de Damocles, el dichoso Concordato con la Santa Sede. Ningún gobierno en democracia se atrevió a cambiarlo o simplemente a no cumplirlo. Hemos cambiado la Constitución para no pasarnos de déficit público y no tenemos arrestos para decir simplemente que la religión se enseña en las iglesias pero no en la escuela pública. La hipocresía nos puede, y metámonos todos.

Ningún gobierno socialista se atrevió a denunciar este hecho y mientras se ahorraba muchos millones en profesorado y centros; y a cambio, entre otras cosas, manteníamos la doctrina. Y ahora el gobierno de Rajoy nos sorprende con una normativa sobre Religión (católica, por supuesto) que debe haber salido de la inspiración más reaccionaria de la jerarquía eclesiástica. Pura superstición en aspectos científicos y sociales. ¿Lo hace para compensar su marcha atrás en el tema de aborto y con ello contentar a sus sectores más rancios? Y lo hace donde más les gusta a la jerarquía eclesiástica: sembrando la superstición y las fábulas más viejas de la humanidad en la mente de los más jóvenes en aspectos que desde Darwin indignan a los católicos más reaccionarios. ¿Cómo va a permitir la Santa Sede que se enseñen las ciencias naturales sin poner trabas a sus principales enunciados? Que sea Roma quien lo diga es lógico, pero que sea un gobierno de España es un insulto. O bien es que el objetivo de este gobierno es precisamente lo que quería evitar Bunge, decaer.

Ahora que tanto se habla de que socialistas y populares tienen miedo a perder el poder, y que van a pactar y todo ese runrún mediático que nos rodea. Pues les digo que en educación pareciera que vienen pactando desde hace mucho tiempo: para no ponerse nunca de acuerdo, para nunca denunciar las prerrogativas que en educación mantiene la Iglesia, para que la enseñanza de las ciencias decaiga. De las ciencias y de la historia y de la filosofía. Digamos bien claro que para que nos cuenten la fábula de Noé ya tenemos las películas de Disney; para que nos cuenten las viejas consignas de la toma del poder y de la revolución de Lenin ya tenemos a otros partidos políticos. Lo que yo no esperaba es que un gobierno conservador español se aliara con la Iglesia católica para rescatar la consigna de algunos sofistas griegos: "Los hombres tienen que creer que los dioses son necesarios".

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