JUAN Goytisolo recibió al fin el Premio Cervantes. Vestido sin frac, con rostro de circunstancias -por no decir de estreñimiento- y rompiendo en pedacitos su promesa de hace una década, cuando dijo que jamás aceptaría tal galardón, aunque quién no ha roto alguna promesa en su vida. Goytisolo, quede claro, merece el premio, porque ha dejado algunos de los libros más singulares y mejor escritos de la literatura española contemporánea. Escritor de altura, no hay duda, que aprovechó su discurso del jueves para expresar sus convicciones y hacer un claro guiño político en tiempos tan convulsos como los actuales. "Digamos bien alto que podemos", pronunció ante el Rey el autor catalán al término de su alocución, en un guiño al partido de Pablo Iglesias, que parece haberlo sacado de su tradicional desesperanza y desencanto con casi todo lo español. Hay quien critica que el autor de Campos de Níjar o de Juego de manos aprovechase tal situación para hablar de tales cuestiones, pero a mí me parece casi que obligado que en tiempos como los que se viven el escritor que así lo desee diga lo más alto que pueda lo que piensa, principalmente si lo hace con argumentos y respeto; con seriedad, vamos. De hecho, estoy de acuerdo con la tesis de Goytisolo; o sea, que Podemos puede, aunque otra cosa es que los electores así lo deseemos. Lo que quiero decir es que esos que tan críticos son con el actual sistema constitucional que rige en España, al que a menudo se le tacha de régimen con afán de retratarlo como una extensión camuflada del franquismo, deberían admitir cuando menos que si por momentos parece que tocan a la puerta de La Moncloa es porque las actuales garantías democráticas les permitirán acceder al poder si consiguen apoyos mayoritarios en las urnas. Incluso la ley D'hont les acabará beneficiando si suman apoyos importantes. Si después de escuchar a Juan Goytisolo en el atrio decir lo que dijo en plena libertad y bajo el reconocimiento general se sigue vilipendiando al sistema democrático español del modo que se hace, denostando sus mecanismos básicos más allá de los múltiples y graves problemas coyunturales, no quedará otra que pensar que detrás de eso no hay sino gente mendaz con aviesas intenciones. Porque poder, pueden. Por supuesto que pueden. Aquí sí pueden.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios