Club Dumas

Salvador Merino

Intercambio climático

RONDABA el año 1904 cuando Henry Pritchett, presidente de un incipiente centro de investigación, el Boston Tech, reclamaba amargamente a sus antiguos alumnos que ayudaran a paliar la penosa situación económica de esta institución académica. Las donaciones comenzaron a llegar, fundamentalmente de un misterioso mr. Smith, y en algunos años el centro se convirtió en un referente internacional. Así comenzó el Massachusetts Institute of Technology (MIT), hoy entre las tres mejores universidades del mundo. Por cierto el misterioso donante, de decenas de millones de dólares, era alguien que había tenido que abandonar los estudios a los 14 años, el señor George Eastman, inventor de la cámara fotográfica portátil y de la marca Kodak. Cuando uno observa esta filantrópica facilidad que existe en otros países para atraer financiación, ideas y conocimiento, no puede dejar de admirarlos y cuestionarse como nosotros podríamos lograrlo. Y el camino puede ser más sencillo de lo que pensamos.

Desde hace años, Málaga se ha posicionado por su inmejorable clima, infraestructuras, sociedad y cultura a la vanguardia del turismo internacional. Al igual que continúa siendo uno de los destinos preferidos para el turismo de corta estancia, también es elegido por celebridades de relevancia mundial como lugar de residencia. Cuesta pensar que, si hemos logrado el interés de estas personalidades para vivir, no podamos también hacerlo para que compartan con nosotros sus proyectos, consejos e inversiones. Al igual que algunos premios Nobel residen asiduamente en nuestra Costa del Sol, podrían exponer su conocimiento en nuestras aulas universitarias; también la multitud de actores y directores de cine que residen en la provincia, podría compartir su tiempo con los jóvenes talentos. Y siguiendo esta lista encontramos científicos, deportistas, empresarios, autoridades, etc. que fácilmente podrían dejar su impronta en nuestras instituciones académicas.

Este intercambio propuesto de clima y bienestar a cambio de financiación y conocimientos, tan habitual en los países de origen calvinista, permite devolver a la sociedad parte de lo que de ella han recibido, fomentando una civilización más solidaria y generosa. Como expresaba el primer ministro inglés, de origen sefardí, Benjamín Disraeli: "Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nuestras riquezas, sino mostrarle las suyas".

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