El rebalaje

laura / teruel

El que no calla, otorga

PENSAMOS que vivimos en una ciudad moderna, con los derechos sociales protegidos y una sociedad igualitaria pero, un día sí y otro también, vuelve a pasar. Esta semana ingresaron en un centro de menores a un maltratador de 16 años de Alhaurín el Grande por agredir repetidamente a su pareja. A principios de mes, un joven fue detenido en La Trinidad después de que la Policía Local le viera golpear a su novia repetidamente en plena calle. Los golpes sacuden las conciencias, pero el problema tiene unas raíces profundas y extensas.

En Málaga hay más de 2.700 expedientes abiertos actualmente por violencia de género. Pero, sin embargo, incluso en ambientes jóvenes y universitarios, a veces se escucha que la igualdad está conseguida y que el machismo y el feminismo son las dos caras de la misma moneda. Es la victoria de un discurso posmoderno y acrítico que da el problema falsamente por superado. Y toca repetir que la violencia física es sólo una de sus múltiples manifestaciones, que el feminismo quiere la igualdad entre géneros -y no la supremacía de la mujer- y que, si les parece que está todo alcanzado, que cuenten cuántas mujeres dirigen empresas del Ibex, universidades -aunque haya mayoría de profesoras y alumnas- o tienen estrellas Michelín, a pesar de que tradicionalmente la cocina ha sido su ámbito laboral. En lo que va de año, diecisiete mujeres han muerto a causa de la violencia machista en España. Y aunque existe un consenso generalizado en que hay que abordarlo conjuntamente desde instancias sanitarias, jurídicas, políticas, educativas y sociales, a la hora de la verdad se demuestra que ni siquiera en este asunto los representantes públicos son capaces de superar sus diferencias partidistas. Esta semana, en la puerta de La Casona se evidenció que una cosa es aprobar una moción en un pleno y otra, muy diferente, que el equipo de gobierno la lleve a cabo. Esto, que ya es injustificable en temas presupuestarios, en asuntos de calado moral es absolutamente lamentable. Sin dudar de que condenen la violencia de género, resulta difícil entender que los populares se amparen en vericuetos burocráticos para no haber estado donde debían este lunes: guardando un minuto de silencio por la última víctima mortal de la violencia machista. El que no calló ese minuto, otorgó.

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