La tribuna

josé Sánchez Luque

Día del Corpus Christi

SERÍA bueno que la solemnidad y las diversas tradiciones con las que el pueblo cristiano celebra la fiesta del Corpus no nos distraigan del mensaje central de la misma. Día para contemplar el amor misericordioso del Padre, presente en Jesús eucaristía. Pero conviene recordar que la misericordia de Dios funciona de manera contracultural, como una inversión de la lógica dominante. Dios no ama más a quienes son mejores, más éticos, más legales, menos corruptos, más esforzados, más solidarios.

El día del Corpus nos dice algo muy importante: Dios ama a todos de un modo tan desmesurado y sorprendente que nadie queda excluido. Y nos dice que los que tienen el poder no pueden excluir de la casa de ese Padre a quienes son considerados indeseables. Solo quedan excluidos los que no aceptan esta lógica alternativa. Pienso que nos resistimos a aceptar la alternativa de misericordia, de perdón y de compasión que Dios nos ofrece a través de Jesucristo.

Es tan fuerte la influencia de las religiones pre-cristianas y de la filosofía griega que todavía pesa sobre nosotros, que nos cuesta Dios y ayuda, aceptar la religión de Jesús. Lo estamos viendo en estos días de un modo palmario: hay un grupo significativo de obispos y de curas que se resisten a aceptar el camino de comprensión, renovación y de misericordia propuesto por el papa Francisco en su luminoso escrito La alegría del amor, en el que, de alguna manera, nos hace repensar más de mil años de ética sexual.

Uno de los más prestigiosos teólogos españoles, Jesús Martínez Gordo, escribía hace poco en Religión Digital: "Cuesta encontrar en la historia de la Iglesia un comportamiento tan beligerante, e incluso insultante, como está ocurriendo con el papa Francisco… Lo tildan de demagogo, contaminado de populismo peronista, les divierte su buenismo, dicen que sabe poca teología, que es un incontinente verbal, que mantiene un discurso pauperista (a favor del pobre), que es un teatrero… Estos mitrados no acaban de enterarse, o no se quieren enterar, de que lo que tiene que cambiar en la Iglesia no es el papa sino sus corazones, y, por coherencia, su manera de aplicar la ley sin entrañas de misericordia… Hacía tiempo que no veíamos a un sucesor de Pedro tan cercano al corazón del Evangelio y por ello, tan signo de contradicción para propios y extraños", finaliza el catedrático de la facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz.

Parece que la vida de Jesús y el anuncio de la buena noticia del rostro de Dios que descubrimos en su vida, subrayan un aspecto fundamental, incomprensible y prodigioso: Dios es solo misericordioso. Dios solo ama. El creyente en Jesús debe aspirar a ser como él: solo misericordioso. La misericordia con los perdidos, - con los que no dan la talla según la lógica de la religión dominante, porque no han hecho ningún esfuerzo por ganarse la recompensa, la defensa de la las víctimas, de los excluidos, los divorciados, los refugiados o los homosexuales, - provoca una reacción en las personas cumplidoras, las que viven su vida de fe apoyadas en el empeño de cumplir las normas, las exigencias, las privaciones.

La llamada parábola del hijo pródigo nos lo dice con toda claridad: la buena conducta del hijo mayor, su permanencia en la casa del padre, se puede tornar en exclusión. El hijo perdido acaba siendo el mayor por no aceptar la lógica alternativa del padre. Su fariseísmo le había pervertido el corazón. Y esto da que pensar: el cumplimiento de la letra de los códigos civiles o eclesiásticos pueden llegar a endurecer nuestros corazones y hacerlos impermeables al amor liberador del Padre.

Pero, ¿cómo es posible que Dios quiera que los últimos sean los primeros? Parece que Dios está preferentemente con los de abajo, con los que no cumplen las expectativas dominantes o menos méritos acumulan. Y Jesús parece asumir este punto de vista: el de los últimos, el de los alejados, el de los excluidos, los que no cumplen con las normas de la religión oficial, porque es el punto de vista desde el que Dios mira la historia. ¡Ojalá sea así nuestra mirada! ¡Ojalá la celebración del día del Corpus Christi nos ayude a ser misericordiosos como el Padre!

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