Postales desde el filo

José Asenjo

Sentimentalismos

CREO que hay algo tramposo en la polémica sobre el proyecto del hotel del Hoyo Espartero. Lo es establecer una falsa dicotomía entre quienes, elevados a una superior altura moral, se erigen en defensores del patrimonio y la memoria de la ciudad frente a los que la destruyen y especulan escondidos tras el nombre de un prestigioso arquitecto. Pero las cosas no son exactamente así. También es tramposo responder al argumento de la falta objetiva de interés patrimonial y arquitectónico de un edificio, no catalogado, con apelaciones casticistas a la memoria sentimental. Alguien dijo que lo que acabas recordando no siempre es lo mismo que lo que has presenciado. Por diferentes razones, en mi adolescencia y en parte de mi edad adulta, esa zona de Hoyo Espartero formaba parte de mi itinerario habitual. Pero hasta que surgió esta polémica apenas si había reparado en la ahora añorada pensión La Mundial. Sin embargo, si tengo vívidos recuerdo de otros nobles edificios desaparecidos como, por ejemplo, el añorado Málaga Cinema, un hito de modernidad y cosmopolitismo en la vetusta Málaga de los cincuenta. Deberíamos saber distinguir entre una pérdida irreparable y lo que no lo es.

El debate habría que alejarlo de las trampas del sentimentalismo. El problema es básicamente urbanístico y hay que recordar su origen. La intervención que se llevó a cabo sobre el río a principios de los noventa, además de la construcción de nuevos puentes, consiguió dos importantes mejoras urbanas: la eliminación de los muros de defensa que impedía la visión entre ambas márgenes, acrecentando el efecto de división física y social. Y, por otro lado, la apertura de unas vías de comunicación directa norte-sur por los márgenes del Guadalmedina, con la apertura del Pasillo Gimbarda y la construcción de túneles a ambos lados. Las nuevas alineaciones creadas por el trazado de dicho viario favorecían la formación de nuevas fachadas a ambos lados del tramo urbano, muy deteriorado entonces, entre el puente de Tetuán y el de La Aurora. Lo suyo sería discutir si la mejor solución es el estudio de detalle que posibilita la creación de la nueva fachada y ordena el espacio sobre el que se construirá el nuevo hotel. Obviamente hay otras soluciones, sobre las que se debería centrar el debate, pero la peor es la preferida de la mayoría municipal: dejar las cosas como están. Aunque sea en el dulce nombre de la inefable memoria sentimental.

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