La vida vista

Félix Ruiz / Cardador /

Los estertores del Demogorgon

UN amigo, que lleva en la playa desde principios de julio, me escribe un whatsapp acobardado y breve: "¿Se ha ido ya el calor?", pregunta. Y aunque el mensaje sea escrito noto en el tono algo así como una punzada triste de desesperanza. Así que no me queda otra, pues tontería sería mentir, que confirmar sus temores y por eso le respondo: "El calor sigue, aunque tranquilo: aún queda cerveza". Su lamento tipo iPhone no se hace esperar y llega en forma de emoticonos: dos llorosos y otros de caquitas con ojos, tan cucas ellas. Habrá de volver pues mi amigo al infierno cordobita acalorado y tendrá que vérselas de nuevo con este solano insolente que aquí no sabe de meses ni de holganzas. Porque muchos cordobeses de los que se van de vacaciones en agosto, lo sé, sueñan con eso precisamente: con que al volver ya se habrá acabado el verano duro y habrá venido el veranillo preotoñal con su confort. Casi nunca se les cumple tal quimera, pero el deseo les ayuda y les vale para hacer camino mientras que se manchan el hocico de espeto y los belfos de espuma de cerveza. Ahora les toca chocar contra el muro de la realidad. Con la monotonía del trabajo y la frente sudorosa. Con las noches tan largas. Pero que no desesperen los que llegan porque aquí llevamos muchos durante todo el mes guardando las murallas y, que yo sepa, ninguno nos hemos muerto. Fe damos sin embargo los que anduvimos de que muchos bares cerraron y comerse una tapa viendo el fútbol en algún local tranquilo se tornó también quimera en una ciudad que por días parecía destinada solo a los turistas y no a sus más fieles moradores. Fe doy en mi caso de que mi ventilador nocturno, que me regalaron en julio, ya ha cumplido la mediana edad por culpa del sobresfuerzo. Pero, como digo, aquí seguimos y el que más y el que menos sabe que el verano está ya casi vencido y lo que ahora ofrece son los estertores del Demogorgon, los latigazos del moribundo. The winter is coming, aunque no lo parezca, y al fondo se otean los días de migas y pucheros. El paraíso del cuchará y paso atrás que hoy es nostalgia y pronto haremos realidad. Ánimo pues a los que ahora vuelven, aunque aquí no haya espeto y lo que toque por el momento sea sudar y esperar.

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