Confabulario

Manuel Gregorio González

Las Españas

EL problema del no del señor Sánchez, opción tan previsible como legítima, es que tras su negativa no acabamos de adivinar cuál es su plan, su oferta, el beneficio para su partido. Uno pensaba, equivocadamente, que las asperezas del señor Sánchez y el señor Rajoy no eran sino un modo de ocultar un acuerdo de fondo, recubriéndolo con una enemistad superficial y duradera. Ahora vemos, sin embargo, que el señor Sánchez ha escogido el modelo de Jeckyll y Hide para afrontar la investidura de don Mariano. De manera que, por un lado, el lado del Dr. Pedro, dice que no a la candidatura del PP, y por la parte de Mr. Sánchez no sabe/no contesta. Todo este embrollo parece que va a solucionarse en las Españas, y habrá que esperar a las elecciones vascas, o a las recientes conjuras en Andalucía, para saber hacia qué banda se escora el Parlamento.

Machado llamó a Madrid "rompeolas de España". Y es este oleaje periférico el que pudiera alentar tanto el cambio de voto en el PNV, tras las elecciones de septiembre, como la anunciada abstención de algunos parlamentarios del PSOE por el grosero procedimiento de levantarse al baño. De momento, el PP y C's acucian a la señora Díaz por los pasillos del de las Cinco Llagas, para que los idus septembrinos no lleguen a diciembre. De igual forma, hay cierta urgencia por que lleguen las autonómicas, para ver si el señor Urkullu necesita del pérfido españolismo para seguir gobernando. De ser así, Mariano Rajoy estaría mucho más cerca de la investidura. Pero de ser así, igualmente, el señor Sánchez estaría muy próximo a la obsolescencia. Una obsolescencia, por otro lado, que no afectaría sólo a su berroqueña y enigmática figura, sino a la propia urdimbre de su partido, dada la fragilidad, dado el paradójico y volátil equilibrio en que se halla el Gobierno andaluz.

Cabe suponer que cuando Cánovas dijo aquello de que "es español el que no puede ser otra cosa", se estaba refiriendo a este proceder oblicuo de la política, y a la dificultad de formar gobiernos que concluyó en el turnismo. Sin embargo, este continuo obrar de las Españas, que luego se transparece en las Cortes, es también un modo de cohesión que ya se practicaba, no siempre por la vía pacífica, desde tiempos de don Favila y el oso. De ahí que Otegi declare ahora que el Estado español no quiere que ETA desaparezca. Abusando un poco del paralelismo, podríamos decir que el oso es a don Favila lo que Mr. Sánchez al Dr. Pedro.

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