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Raquel Garrido

El desarrollo industrial y la miseria de una playa

San Andrés: El litoral occidental de la ciudad acogió la zona industrial más importante de Andalucía el pasado siglo, aunque también fue uno de los refugios chabolistas de la capital

LA dedicación industrial de las playas de San Andrés, que deben su nombre al perchelero convento de carmelitas también conocido como Convento del Carmen, tienen su origen en la década de 1830. En concreto, cuando en 1833 Manuel Agustín Heredia estableció una ferrería destinada al afino de hierro procedente de Marbella y que buscaba la proximidad al puerto y al mar que le garantizaban el abastecimiento de carbón y una fácil salida de los residuos de la fábrica.

La ferrería La Constancia ejerció un papel clave como foco de atracción para otros establecimientos industriales, hasta el punto de que las playas occidentales de la ciudad se convirtieron en el sector más significativo del arco industrial desarrollado a partir del siglo XIX en la ciudad y en la principal zona industrial de Andalucía, según el historiador Víctor Heredia.

Pero esta zona del litoral no fue únicamente industrial, también fue refugio chabolista de las familias sin recursos que llegaban a Málaga sin posibilidad de acceder a una vivienda. Las olas llegaban hasta las propias infraviviendas levantadas en el rebalaje, por lo que era habitual que la fuerza del oleaje derrumbara las frágiles chabolas y los débiles tabiques de madera que protegían las humildes viviendas. Este núcleo chabolista, a la altura del barrio de Huelin, convivía con las industrias ubicadas en el entorno como demuestran las chimeneas que sobresalían en aquella estampa de mediados de la década de los 50 y que pertenecían a la fundición de plomo Los Guindos y la fábrica química de la Unión Española de Explosivos.

A pesar de la crisis de finales del siglo XIX, la zona litoral de San Andrés-Misericordia mantuvo su protagonismo industrial hasta la década de 1970, cuando el cierre y desmantelamiento de las industrias empezó a crear un vacío junto a la primera línea de playa que no tardó en ser reurbanizado como zona de ocio y cuyo proceso ha culminado a principios del siglo XXI.

Las chabolas de las playas de San Andrés desaparecieron precisamente debido a la presión urbanística y a la iniciativa de las autoridades. Más de 250 chabolas situadas en esta playa fueron demolidas en 1969 y sus habitantes realojados en nuevas barriadas de promoción social construidas en otros puntos de la ciudad.

El paso del tiempo convirtió esa tierra de nadie que era la playa de un barrio industrial, lugar alejado situado más allá de las fábricas y talleres y punto de salida de los residuos de sus actividades, en un atractivo paseo marítimo dotado de amplios playas y numerosos servicios para los vecinos.

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