Letra pequeña

Javier Navas

Se le escapó

LA tarea de un secretario de comunicación es comunicar y a veces como mejor se comunica es con silencios. Rajoy lo reconoció cuando lo nombraron portavoz del Gobierno y últimamente, por no decir, no dice nada. Le iría mejor declarando cuál es su postura y la de su partido ante el tormentón; pero en otros casos el interfecto hace mejor grapándose la boca. Wittgenstein escribió que "de lo que no se puede hablar, hay que callar". El PSOE guardaba un secretillo del que alguien ha hablado. Ya era momento para anunciar al aspirante a alcalde de Málaga.

De la Torre está crecido: pese a que en la prensa y en la grada de la oposición le reprochen el desmayo de una ciudad sin proyectos y pese a su aparente carácter de soso, no parece que vayan a despegarlo del sillón. De los proyectos -de su ausencia- no se preocupa el vecindario y en cuanto a sus defectos de carácter, resulta que le benefician; añaden a una fama de estajanovista (de Stajanov, el minero soviético que se deslomaba por el bien del Estado) la de hombre honesto, a quien no te llevarías de juerga pero sí le confiarías la custodia de tu hija mientras estás de juerga. Después de Celia la rabisalsera se agradecía algo de circunspección en el Ayuntamiento.

Entre los socialistas había que decidir a quién se retrataba para los carteles electorales, aunque fuera como fajador, a la espera de que en 2015 hubiese oportunidades reales de promoción. Se creía que íbamos a escuchar el nombre del que fue rector de la Universidad, José María Martín Delgado. A Martín Delgado le haría ilusión ser alcalde... pero no concejal en la oposición. Después sonó María Gámez: joven, bien arropada por la dirección y dispuesta a pasar cuatro años quejándose. Griñán avisaba: Gámez podría valer, pero hay más opciones. Sin embargo a Francisco Conejo, el responsable de comunicación, le va a perder la boca. Dijo que lo de María Gámez ya estaba apañado. Eso es mucha comunicación y poca responsabilidad.

A Rafael Velasco, vicesecretario general del partido en Andalucía, no le ha hecho gracia la indiscreción de Conejo. A las agrupaciones locales tampoco. Estas cosas no se deben pactar cuando las bases no están mirando. Los socialistas acabaron escaldados con las primarias pero aprovechar que las agrupaciones están viendo el fútbol para imponer quién va a representarlas está feo, desmoraliza y hace que el partido trastabillee. Era el momento para decidir y anunciar las ancas de quién iba a aspirar a sentarse en el despacho de la Alcaldía. Estos juegos -lo digo pero no lo digo- benefician al rival y dan a los militantes la impresión de que se les menosprecia, con la falta que hace una implicación social en política. "El lenguaje disfraza el pensamiento", dijo también Wittgenstein. Aquí lo hubiera disfrazado recatadamente el silencio; el lenguaje sólo ha hecho traslucir que, de pensamiento, poquito.

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