El prisma

Javier / Gómez

La candidata Gámez

EN pleno furor del Yes, we can por la visita de Michelle, casualmente la dirección provincial del PSOE ha hecho oficial que María Gámez será su candidata en Málaga. Preocupa el comunicado que culminaba tres meses de despropósitos de manual -tanto teórico para semejante fiasco-. El primer adjetivo que se le aplica a la delegada del Gobierno andaluz, tras subrayar la obviedad de que se trata de "una mujer", es "joven". Faltaba decir que su rival será un "hombre viejo". No le hacen ningún favor a la candidata. Ya hemos descubierto que la juventud a menudo equivale en político a bisoñez, a falta de escrúpulos y formación. Y Gámez puede tener defectos, pero no esos.

Su partido, como en otras ocasiones que le han pasado factura, pretende que haga la precampaña desde su puesto de máxima representante de la Junta en Málaga. Al fin y al cabo, ¿no hace campaña el alcalde cuando inaugura una fuente en un barrio o visita una peña?

Pero se trata de un arma de doble filo. ¿Tendrá Gámez un horario de portavoz de la Junta y otro de candidata? ¿La creerá alguien cuando prometa el megahospital, el tren de la Costa o el cinturón verde? ¿Y cuando critique al Ayuntamiento? ¿Será legítimo que los socialistas vinculen las inversiones de los Gobiernos andaluz y central a su victoria, como hicieron sin vergüenza en Marbella en 2007 o después para justificar mociones de censura como la de Vélez o fichajes de tránsfugas en Ronda?

Gámez fue la primera en clamar contra el supermercado del puerto y ha liderado el derribo de la verja. Ha demostrado sensibilidad, visión de futuro y una cualidad que tiende a desaparecer con el ejercicio del poder: capacidad de escuchar a los demás. Domina las nuevas tecnologías y su blog, suFacebook y su Twitter están a la vanguardia de la clase política malagueña. Pero se le echa en falta un discurso propio alejado de lo políticamente correcto, que demuestre que no es una candidata de laboratorio que repite lo que le marcan sus asesores.

Tampoco le beneficia el miedo a que se celebren primarias. Ignacio Trillo debe estar satisfecho: nunca sabremos si habría reunido los 500 avales, pero ha demostrado las lagunas -más bien los lagos Michigan, Erie y Ontario- de Heredia y Conejo. Si todo lo gestionan como el proceso del candidato, auge e injusta caída de Martín Delgado incluidos, mejor que sigan aprendiendo a cocinar en el partido que provocando indigestiones en una institución.

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