La firma

Alejandro Morante

Salidas extraordinarias

Los prismas de la Semana Santa de Málaga Se da la circunstancia de que precisamente la coronación de los Dolores marcó el inicio en nuestra ciudad de un fenómeno hasta entonces desconocido

EL anuncio por parte de la Archicofradía de la Expiración de conmemorar el XXV aniversario de la Coronación Canónica de su Sagrada Titular con una salida extraordinaria en su trono procesional, que pusiese digno colofón al programa de cultos y actos organizados para rememorar tan gloriosa efeméride, ha traído a la palestra el tema de la proliferación de este tipo de cultos externos extra semanasanteros y su posible regularización por parte de la autoridad episcopal.

Se da la circunstancia de que precisamente este evento cofrade marcó el inicio en nuestra ciudad de un fenómeno hasta entonces desconocido, la contemplación de un trono procesional fuera de su marco temporal, hecho éste que transcurrido el tiempo ha sido visto como "normal" a tenor de las salidas efectuadas a lo largo de estos años. Los defensores de este tipo de culto callejero argumentan que vivimos tiempos dominados por el descreimiento generalizado de la sociedad y que siempre es positivo mostrar nuestra fe en público, máxime cuando por parte de la propia Iglesia se ha pedido a las cofradías de diversos puntos del territorio nacional participar con sus tronos o pasos en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que en un mes tan atípico para lo cofrade como es agosto, se celebrará en Madrid con la presencia del Santo Padre. En el polo opuesto existen opiniones que ven en este desmesurado procesionismo una devaluación de estas manifestaciones de religiosidad popular que deben quedar constreñidas al tiempo pasional o a celebraciones de rango de considerable trascendencia.

Para remontarnos a los orígenes de este fenómeno es necesario tener en cuenta que nuestra ciudad no ha contado con una amplia tradición en este sentido, cosa que por ejemplo sí sucede en Sevilla donde todo el siglo XX se haya jalonado de participaciones de pasos en eventos repartidos en cualquier época del año. La década de los cincuenta imbuida del ambiente de exaltación religiosa que caracterizó al denominado nacional-catolicismo propició el procesionar de nuestras vírgenes en sencillas andas con motivo de la proclamación del dogma asuncionista y en la venida de la imagen de la Virgen peregrina de Fátima.

La autoridad eclesiástica comenzó a replantearse la validez de estas prácticas tras la conclusión del Concilio Vaticano II (1962-1965) y es a principios de la década de los ochenta cuando paralelo al renacer del movimiento cofrade se empieza a ver las potencialidades que para la nueva evangelización pueden aportar las hermandades.

Tras una primera etapa de cierto desencuentro, el episcopado de Monseñor Buxarrais Ventura (1973-1991) propiciará un cambio de postura cuyos logros se tradujeron en la concesión de dos coronaciones canónicas a titulares marianas cofrades que supusieron el punto de arranque al procesionismo extraordinario, a ello también contribuyó los cambios artísticos, formales e ideológicos que propugnaron las "nuevas" cofradías, muchas claramente inspiradas en las formas hispalenses, la masiva respuesta de la juventud a la hora de portar los tronos y la creciente construcción de casas de hermandad desde donde poder "salir de dentro" renunciando a los antiestéticos tinglados.

Con el pontificado de Monseñor Dorado Soto (1993-2008) se experimenta la definitiva consolidación y auge de las salidas extraordinarias de las cuales dos significaron procesiones masivas con motivo del 75º aniversario de la agrupación de Cofradías (1921-1996) y el gran Jubileo del año 2000. Las coronaciones también han sido numerosas, cuatro, la última la de Dolores del Puente en 2004, muy demandadas al no tener ya que contar con la aprobación de la Santa Sede que demoraba en demasía su concesión.

Con el actual obispo Jesús Catalá, poco conocedor de los entresijos del mundo cofrade, comprobamos un deseo por racionalizar y llenar de significado religioso los actos de culto externos, por un lado ha ralentizado las coronaciones, el Rocío espera todavía respuesta, y por otro ha recomendado cambios en programas de actos presentados para su ratificación, como le sucedió a la cofradía del Cautivo cuando planteó ir al Ayuntamiento para recoger un título honorífico para El Señor de Málaga, que fue sustituido por un acto piadoso celebrado en el atrio del primer templo de la diócesis.

En cuanto al tema de la Expiración que tantos ríos de tinta ha derramado, no ha prohibido la procesión bajo palio de la Dolorosa sino que ha aconsejado a la corporación trasladar el triduo y pontifical a la Catedral en detrimento de la idea primitiva de celebrar este último en la Plaza de la Constitución, con lo cual la entrada en la Basílica imposibilita el hacerlo con el trono donde se cobija cada madrugada del Jueves Santo. Para dar una solución al deseo de los archicofrades de retornar a su sede como estaba pensado en un principio se esta barajando la posibilidad de trasladar a la Virgen de los Dolores una vez concluido el pontifical a una casa hermandad cercana (Sepulcro, Estudiantes) desde donde saldría bajo palio.

La propuesta de la cofradía de la Pollinica de visitar el convento del Cister a finales de septiembre con motivo del centenario de su primera salida procesional utilizando su trono "grande", ha movido al obispado a plantearse la redacción de unas normas básicas que regularicen las futuras salidas extraordinarias con el objeto de llenarlas de verdadero contenido religioso y al mismo tiempo reflejo de un hecho digno de recordarse, esta idea se tanteó en la época del anterior prelado y conllevó incluso la prohibición de salir en público rosario a la hermandad de los Remedios en 2006, al entenderse erróneamente que era una continuación a una salida extraordinaria producida un año antes.

Para finalizar, reseñar que este aspecto normativo también está teniendo eco en la capital hispalense tras la llegada del arzobispo Asenjo si bien en el resto de las diócesis andaluzas se está produciendo el efecto contrario multiplicándose para los próximos meses el discurrir de pasos para deleite o desagrado de un pueblo que pese a todo no pasará indiferente ante tan bello espectáculo sacro.

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