Desde que don Juan Carlos cedió el testigo a su hijo al frente de la corona el pasado mes de junio, la vida de los Reyes ha dado un giro de 180 grados. Apenas se dejan ver en los actos públicos para no restar protagonismo a los actuales monarcas, si bien ambos siguen provocando el respeto y la admiración allá donde van.

Hace unos días don Felipe compartió protagonismo con su padre al presidir por primera vez de forma conjunta un acto militar, si bien el monarca saliente y su esposa tienen una agenda pública cada vez más limitada y, salvo en contadas ocasiones, sus nombres no figuran en la agenda oficial de La Zarzuela.

Tanto él como doña Sofía dedican ahora más tiempo libre a disfrutar de sus respectivas pasiones. Esta misma semana sin ir más lejos, don Juan Carlos acudió en Madrid a una comida organizada por su grupo de amigos, donde se le pudo ver en un ambiente distendido y relajado. En cambio, la Reina, lejos de acudir a actos sociales, prefiere dedicar ahora más tiempo a sus verdaderas pasiones: la música, la cultura y los animales.

Hace unas semanas demostró el amor que siente por las mascotas presidiendo el evento que se celebraba en el Retiro para promover la adopción de animales y combatir el abandono y el maltrato de perros, algo que fue muy comentado y aplaudido por los presentes. De la misma forma, cada vez que puede, doña Sofía suele acudir, a veces sola y otras rodeada de un reducido grupo de amigos entre los que se encuentra su hermana Irene, a los conciertos de música clásica que tanto le apasionan. Este jueves sin ir más lejos, doña Sofía acudió al Teatro Monumental de Madrid para hacer entrega del premio de Composición Musical que lleva su nombre, un acto que se cerró con un concierto en el se le pudo ver disfrutar de cada momento.

Aunque la admiración que siente la Reina por la cultura es mucho más amplia y no sólo se encorseta a lo relacionado con la música. Así, por ejemplo, esta misma semana se le ha podido ver por las calles de Toledo, hasta donde se ha desplazado en una visita privada para participar nuevamente en los actos organizados en torno a El Greco, de la que es una verdadera apasionada y gran experta. La madre del Rey quería pasar desapercibida y pidió al comisario de la exposición El greco, arte y oficio, Gregorio Marañón, que no alterara el normal funcionamiento de la muestra, aunque no pudo ser, ya que su visita no pasó desapercibida.