Pasarela

Guerra fría en los Alba

  • A pesar de que la duquesa de Alba quiso dejar todo atado antes de su desaparición, cada vez son más evidentes las tensiones en el seno de su familia

Algo debió temerse Cayetana de Alba cuando, antes de desaparecer, trasladó sus deseos de que su familia permaneciera unida cuando ella ya no estuviera. También quería que sus hijos cuidaran de su querido Alfonso, ahora su viudo. Pues ni una cosa ni la otra. La duquesa era el pilar que sustentaba los cimientos de su mediática y noble familia, pero su sombra, aun en el recuerdo, no se ha alargado lo suficiente. Un día, sólo un día después de su pérdida, el día 20 de noviembre del 2014, comenzaron los problemas. La Agencia Tributaria emitía un informe en el que se notificaba que no constaban datos tributarios de una cuenta en Suiza. Los inspectores de la policía encontraron el nombre de la aristócrata en un par de documentos de entre los incautados en la Operación Emperador, caso en el que se investiga una trama para blanquear dinero liderada por el empresario chino Gao Ping. Los documentos, fechados el 19 y 20 de abril de 2010, reflejaban dos transferencias de una cuenta del banco Lombard Odier de Ginebra a un ciudadano chino, que para más señas era el padre de Gao Ping. El hallazgo supuso el conocimiento de que tenía una cuenta en Suiza no declarada. "Nosotros no hemos recibido ningún informe de Hacienda ni de ningún juzgado", dijo entonces el primogénito de la duquesa, Carlos Fitz-James Stuart. El duque de Huéscar, que desde el fallecimiento de su madre ha tomado el testigo de todo lo concerniente a aspectos económicos así como sociales y representativos de la Casa de Alba -algo que ha crispado a algunos de sus hermanos- salió al paso de este revuelo afirmando que ni sus hermanos ni él están "siendo investigados". Sí habló de una serie de desajustes pasados que tenían que ver con la herencia de su abuelo, de los que "se dieron explicaciones cuando se pidieron". Este proceso administrativo sólo vino a enturbiar el ya de por sí tenso ambiente en el seno de la familia aristócrata, al que viene a sumarse Alfonso Díez, el séptimo en discordia.

Lo mediático de todo este asunto, en el que se mezclan peligrosamente egos y dinero, no debe hacer olvidar la sombra que le sobrevuela y que no es otra que el dolor ante la pérdida de una madre, si bien unos hijos de Cayetana de Alba estaban más preparados para afrontarla que otros. Evidente es el dolor y desamparo de la benjamina Eugenia, que se ha volcado en los cuidados de su hija y en sus amigos para pasar el bache. Dicen que la duquesa de Montoro será la nueva dueña de las joyas de su progenitoria, lo que no sería de extrañar teniendo en cuenta que es la única chica de la familia. Jacobo vive apartado de todo y todos junto a su esposa Inka Martí. El conde de Siruela ya mostró su disconformidad, dejando de hablar a su madre durante meses, cuando ésta citó a sus hijos en el despacho del notario madrileño Luis Núñez a comienzos de julio del 2011 tras haber decidido donar en vida parte de su fortuna personal. A los 85 años, Cayetana Fitz-James Stuart quería casarse por tercera vez y su herencia no iba a ser el impedimento. Precisamente, de este capítulo nace otro punto polémico y es que de estos bienes repartidos aún queda por decidir el futuro del porcentaje del tercio de libre disposición, en torno al 26%, al que por ley también tiene derecho su viudo. Un trámite complejo que comenzó en enero tras la apertura del testamento de la noble Cayetana.

Famoso era el deseo de laduquesa de "dejar arreglado" a Alfonso, ese hombre que lo dejó todo para acompañar y cuidar de su anciana esposa en los últimos años de su vida. El que fuera duque de Alba consorte por apenas tres años ha solicitado la cuota viudal usufructuraria que por ley también le corresponde. Siempre discreto, Alfonso Díez ha puesto en venta la casa de Sanlúcar de Barrameda que compró para veranear con la Duquesa, ahora vive en Madrid, donde intenta superar la ausencia de su mujer y está centrado en aclarar cuanto antes los asuntos legales que a él le afectan, del resto nada más quiere saber. "Lo que le corresponda a Alfonso lo tendrá, sólo diré que es una persona muy querida", ha dicho el duque de Huéscar, el que muy pronto será el nuevo duque de Alba.

El baile de títulos nobiliarios es otro punto polémico en esta guerra fría que mantienen los Alba. Carlos, el mayor, ha solicitado oficialmente el título del ducado y quiere ser él y sólo él el que gestione el patrimonio familiar. Una decisión que ha provocado tensiones con algunos de sus hermanos, sobre todo con Cayetano, quien durante los últimos años ha trabajado para poner en valor la Casa de Alba. "Espero que (Carlos) siga el legado de mi madre. Si no sería un fracaso", ha comentado públicamente el conde de Salvatierra. El jinete vivía en el Palacio de Liria, emblema de su familia, pero pronto tendrá que dejar su hogar pues el nuevo jefe de la familia tiene otros planes para la residencia madrileña. También tendrá que abandonar el palacio Fernando, el hijo más discreto y aún soltero de la Duquesa, y que con cierto rentitín se dirige a su hermano mayor como "don Carlos" o "el señor duque" en sus contadas palabras ante la prensa. El que resta, Alfonso, duque de Aliaga, se suma a toda esta controversia tras haber pedido el título de duque de Almazán y Grande España, en sustitución de una reclamación que su madre realizó para solicitar la distición que el rey Carlos II creó en 1698 y que nunca llegó a buen puerto.

Son tiempos de cambio para los hijos de Cayetana de Alba, la que hasta pocos años antes de su adiós gestionó todos los asuntos familiares, y no están siendo bien recibidos por todos. Y es que donde hay patrón no manda marinero, y ahora el patrón es el duque de Huéscar, aunque pese a sus hermanos.

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