Pasarela

Bautizo de Estado en Mónaco

  • Los mellizos de los príncipes Alberto II y Charlene, Gabriela y Jaime, heredero al trono del Principado, recibieron las aguas bautismales en una ceremonia emotiva y multitudinaria.

Después de 56 años, Mónaco asistió ayer al bautismo de un nuevo heredero al trono, junto al de su hermana melliza. Los príncipes de Mónaco, Alberto II y Charlene, bautizaron a sus hijos, Jaime y Gabriela, en una ceremonia católica celebrada en la catedral del Principado y que fue seguida de una recepción popular en uno de los patios del Palacio. Un día resplandeciente y caluroso en Mónaco que fue vivido como una auténtica fiesta y que contó con la participación de decenas de monegascos que se echaron a la calle a vitorear a sus príncipes.

Los padrinos del príncipe heredero, Jaime Honorato Rainiero, que sucederá a su padre como Jaime II, fueron Christopher Le Vine, uno de los primos estadounidenses de Alberto II, y Diane de Polignac Nigra, prima del soberano por parte paterna. Los de Gabriela Teresa María, según informó el Principado en un comunicado, fueron Gareth Wittstock, hermano de Charlene, y Nerine Pienaar, amiga de la princesa y esposa del ex capitán del equipo de rugby sudafricano.

Vestidos con batones blancos para la ocasión, Jaime y Gabriela recibieron además ayer los títulos de marqués de Baux y duquesa de Carladés respectivamente. Los pequeños nacieron el pasado 10 de diciembre en el hospital Princesa Gracia de Mónaco y fueron presentados públicamente de manera oficial desde una de las ventanas palaciegas el 7 de enero. El bautizo contó con la presencia de las familias Grimaldi y Wittstock, y pudo ser seguido en directo a través de una pantalla gigante instalada en el patio del Palacio y a través de la página de Facebook de los soberanos. 

Jaime y Gabriela son los primeros hijos en común de la pareja, que se casó en julio de 2011, y el tercer y cuarto vástago para el soberano, que tiene ya otros dos hijos reconocidos y nacidos fuera de su matrimonio, por lo que carecen de derechos sucesorios. Al término de la ceremonia, y tras la foto de familia, Alberto II y Charlene se dirigieron a pie hasta el Palacio, recorrido en el que recibieron las felicitaciones de residentes y turistas, mientras que los pequeños fueron acompañados en coche por sus niñeras hasta la residencia.

Las familias Grimaldi y Wittstock y los amigos más cercanos se dieron cita en la  Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada, también conocida como de San Nicolás, para arropar a los pequeños Jaime y Gabriela de Mónaco en el día en el que además cumplían sus primeros cinco meses de vida.

Las escaleras de entrada a la puerta principal del templo se habían engalanado para la ocasión con los monogramas en dorado de los mellizos. Calas, lirios, rosas… Flores blancas, hasta seis mil, inundaron Mónaco en una mañana en la que en el Principado no dejó de brillar el sol. La princesa Charlene había supervisado al detalle cada aspecto que rodeó al bautizo de sus hijos, desde la elección de las flores hasta las lecturas de la ceremonia, pasando por el menú del chef Christian García o la música del coro dirigido por Pierre Debat. Durante meses preparó este día con mimo, por lo que no es de extrañar que el resultado fuera impecable. Como su atuendo para tan señalado día. La princesa Charlene eligió un vestido acampanado en crepé de seda verde agua con una camisa corta con manga tres cuartos, a juego con un sombrero de paño y paja, todo ello de Dior, la firma que popularizó en la década de los 50 el estilo lady que en infinitas ocasiones vistió la princesa Gracia.

Una vez que la mayoría de los cerca de 700 invitados ocuparon los bancos de la iglesia hizo su entrada una de las invitadas más esperadas, la princesa Carolina, tía de los niños, con un traje chaqueta violeta a juego con una gran pamela violeta grisáceo. Acudió acompañada por sus hijos Andrea, sin Tatiana Santo Domingo que el pasado 12 de abril se convirtió en madre por segunda vez; Pierre con su prometida, Beatrice Borromeo, y Alejandra de Hannover. A la salida, Carolina se mostró muy cariñosa con su sobrina Gabriela mientras que el príncipe Alberto se preocupaba de que a la pequeña no le diera demasiado el sol. Estefanía, por su parte, vistió un traje azul con falda de vuelo y dibujos geométricos en blanco, y asistió junto a sus hijos Luis,  Paulina y Camila.Una jornada entrañable a la vez que un bautizo de Estado. Aunque habrá que esperar hasta el 11 de julio, cuando se festejará la primera década de Alberto II en el trono, para conocer su regalo a los mellizos con motivo de su bautismo.

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