Llegó el día. Doña Leonor se convirtió ayer en la protagonista absoluta de la jornada. La Princesa de Asturias hizo la primera comunión junto a sus 20 compañeros de clase del colegio Santa María de Rosales. La hizo sin distinción alguna y sin ningún tipo de protocolo, como habían solicitado sus padres.

La pequeña acudió a la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Aravaca pasadas las doce menos cuarto la mañana en companía de sus padres, su hermana Sofía y sus abuelos paternos. La niña, visiblemente emocionada, no lucía el típico traje de organza, sino el uniforme del colegio, por expresa solicitud del centro, al que habían añadido por ser una ocasión especial, una chaqueta azul marino con el escudo del colegio bordado en hilo de oro en el bolsillo izquierdo y una corbata azul con rayas amarillas. Con su tradicional peinado de trenzas y media melena, la niña llevaba, además, un fino rosario de plata colgado al cuello, así como una falda tableada gris, camisa blanca y calcetines altos azul marino. Doña Leonor acudió al interior del templo junto a su hermana, que lucía para un día tan especial un bonito traje blanco de Nanos con motivos florales en un celeste muy claro y lazada azul azafata, del mismo tono que sus zapatos, así como una fina diadema dorada con flores en su cabeza.

Por su parte, doña Letizia, que irradiaba felicidad, escogió un bonito conjunto de Felipe Varela compuesto por un vestido en tono aguamarina y un abrigo de guipur en blanco. Llamaban la atención, sobre todo, la originalidad de sus zapatos y su cartera de mano, totalmente transparentes. La Reina volvió a sacarle partido a su nuevo corte de pelo y optó por ondular su corta melena, lo que le daba un aspecto más juvenil. No llevaba joyas, salvo unos pendientes de nácar en forma de lágrima con pequeños detalles en verde aguamarina. Don Felipe, por su parte, lucía un traje azul marino y una corbata amarilla.

Justo detrás de la Familia Real entraron en el templo los Reyes eméritos, que son a su vez los padrinos de bautizo de doña Leonor. La reina Sofía llevaba un vestido con motivos florales en tonos grises y negros y una chaqueta ribeteada del mismo estampado en dos tonos de grises.

Además de sus abuelos paternos, a la parroquia de Aravaca acudieron también los padres de doña Letizia, Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz, que acudió acompañado por su actual esposa, Ana Togores. Aunque no estaba contemplado inicialmente, tampoco quiso perderse un día tan especial la bisabuela de la pequeña, Menchu Álvarez del Valle, que se desplazó desde Asturias para arropar a su biznieta en un día tan especial.

Al finalizar la ceremonia, toda la familia posó para el centenar de periodistas que se congregaban en las inmediaciones de la iglesia. Fue entonces cuando doña Leonor se mostró más relajada y confesó que había estado "muy nerviosa" antes de acceder al templo.

La Princesa se marchó junto a los suyos hasta el Palacio de La Zarzuela, donde se ofreció un almuerzo y una merienda para los más allegados, entre los que, curiosamente, no se encontraban los hijos del matrimonio Urdangarín. La distancia entre el Rey y su hermana Cristina es notoria desde que ésta fue relacionada con el caso Nóos y hace años que no se les ve juntos en ningún acto público. Tanto es así que hace sólo 20 días que se celebró en Suiza la comunión de Irene, la hija menor de la infanta Cristina, y a ella no acudieron ni los Reyes ni sus hijas.

Del posterior convite en los jardines de Zarzuela no han trascendido datos y no hay fotografías, ya que los Reyes consideran que este acto pertenece a la intimidad familiar.

El primero en ausentarse de esta celebración fue el rey don Juan Carlos, el único que tenía ayer un acto programado en su agenda oficial. El Rey emérito se marchó pasadas las seis de la tarde para asistir a la tradicional corrida de la Asociación de la Prensa en Las Ventas.