Los famosos en zapatillas se ven pero no se tocan. Javier Alonso Osborne ha vivido muchos momentos en la intimidad de figuras ilustres que se quedarán para siempre en esa recámara de la discreción, pero también ha sido testigo tanto de grandes acontecimientos como de pequeñas vivencias que relata en Anécdotas del corazón, volumen editado por Stella Maris que se presenta en Madrid este próximo martes.

Osborne, criado en El Puerto de Santa María, forjado en la redacción del periódico Ya y posteriormente en la revista Diez Minutos, fue nombrado subdirector de ¡Hola! en 1985, puestos menores y mayores desde donde contó bodas, bautizos, alguna que otra comunión pero sobre todo más de un divorcio. Un día del verano de 1989 le llamó Rocío Jurado para expresarle todo lo que sentía al firmar la ruptura con Pedro Carrasco. Fue la amarga portada de la revista con la que la chipionera tomaba una de sus decisiones más duras de su vida. También Lola Flores descolgaba el teléfono para urgir a su paisano ("Obbone") que anunciara su inesperada vertiente artística o que le promoviera algún espectáculo en los altibajos económicos de la jerezana. Artistas tan admiradas como cercanas para el autor, que se deshace en halagos hacia Carmen Sevilla, la duquesa de Alba, Carmina Ordoñez o Isabel Preysler, a la que le llegó a dedicar un soneto.

Alonso Osborne ha charlado con todas las que han sido grandes figuras y famosos merecedores de una página a color. En su dirección de Diez Minutos, una revista que se renovaba al llegar nuevos aires al país, fichó a Forges, que aunque no lo comprendiera algún directivo encontró en esta cabecera su plataforma más lucida para convertirse en notario de la vida cotidiana. Javier también pudo contar, mediante acercamientos muy diplomáticos, con Camilo José Cela, con unos artículos que tituló El huevo del juicio, lo que daba pie a más de una interpretación tratándose del iracundo escritor gallego. Era el Diez Minutos donde también escribía sus crónicas Gonzalo de Borbón, hermano del duque de Cádiz y primo del Rey, en una faceta impensable entonces, en plenos 70, para un allegado a la Casa Real. Fueron años de atrevimiento, de actrices en biquini, noches frescas y la eclosión de Marbella a través de figuras como Jaime de Mora y Aragón, Fabiolo. La fallecida Maika Vergara, conocida después por sus apariciones televisivas, tiene un lugar preferente en esta etapa en la que el mundo del colorín español toma bríos. El autor del libro, novelista ocasional y que escribió A mi marido lo mataron en Paracuellos, dedicado a su madre, María Teresa Osborne, recuerda que con la transición algunos detractores auguraban el fin del periodismo amable de las revistas y fue amenazado precisamente por haber insertado un anuncio del Partido Comunista en Diez Minutos.

Llegó a sufrir una demanda monegasca que hizo tambalear a la diplomacia española en Francia a raíz de sacar el romance de Carolina de Mónaco con el tenista argentino Guillermo Vilas, denuncia que se aguó cuando la princesa anunció su compromiso con Stéfano Casiraghi. Los juzgados van unidos también a las revistas cuando los famosos, con o sin razón, se enfadan.

La novia juvenil del actual rey Felipe VI, Isabel Sartorius, aparece en el libro cuando fue una sorpresa su aparición cerca del entonces príncipe y hubo que indagar a fondo en los archivos para identificarla, cuando la informática no hacía más sencilla esa tarea. Sobre la reina Letizia el autor destaca su buen hacer y generosidad.

Desde la boda de Nadiuska, ídolo del destape, con un chatarrero para adquirir la nacionalidad española hasta la boda de Sara Montiel en Majadahonda y la de la duquesa de Alba en Dueñas, atraviesa Anécdotas del corazón un puñado de historias de las cosas pequeñas de los grandes. De todos esos personajes ilustres o populares que muestran su sonrisa, su vestido o su casa para deleite de millones de lectores cada semana.