Pasarela

Los nuevos inquilinos de Casa Maryam

  • El palacio que fue escenario de las fiestas de la 'jet set' marbellí en sus años dorados, refugio de la icónica princesa Soraya tras ser repudiada, es ahora el hogar de okupas.

Entre el cauce del Río Verde y la carretera de Istán, terrenos marbellíes, se erige un palacio con historia, el de la princesa con los ojos más verdes y tristes y escenario de las fiestas más glamourosas de la jet set de este rincón malagueño en sus años más dorados. Se trata de Casa Maryam, una propiedad marcada por su propio destino y siempre protagonista de distintos avatares. Desde las vivencias de una emperatriz repudiada por su marido a causa de su infertilidad a una amenaza de derribo y ahora el nuevo hogar de cinco okupas.

La princesa Soraya, personaje icónico de Marbella, fue la segunda esposa de Mohammad Reza Pahlevi, sha de Persia, con el que se casó en 1951 siendo repudiada siete años después por los Siete Sabios de Irán al no poder tener descendencia. Tras esta fatalidad, que nunca superó, la emperatriz, ya convertida en princesa errante y antes de ser una leyenda -tras su temprana muerte en París en el 2001-, recorrió el mundo hasta recalar en esta ciudad de la Costa del Sol. Allí se instaló en esta propiedad de 3.600 metros cuadrados, con varias estancias y un enorme jardín, que ahora adecentan sus nuevos inquilinos. Estos, naturales de San Pedro de Alcántara, una localidad cercana a Marbella, decidieron instalarse allí tras ser golpeados por la crisis. Dicen que cuando llegaron la puerta estaba abierta. Dentro se han encontrado con la vivienda tal y como la princesa Soraya la dejó, incluso con parte de sus deseadas pertenencias, como algunos de sus libros, jarrones o cepillos.

La Casa Maryam, el que fuera cobijo de la emperatriz de Persia, es una finca llena de secretos y por ello no es extrañar que su propiedad, que ni siquiera está clara, siga siendo motivo de disputas, concretamente entre una heredera de la dueña y la empresa de un condenado en el caso Malaya, Pedro Román. Y con su futuro en el aire, en la finca palaciega aún se masca la historia, las vivencias de esta triste emperatriz de Persia que encontró en España, en Marbella, el sosiego ("ahogado en alcohol", como aseguran los vecinos de la zona) que su desdicha necesitaba, pero el presente también pesa y es el que es. Sobre la propiedad hay un litigio abierto cuya realidad, ahora, es que está 'ocupada', y sus nuevos habitantes no tienen demasiadas intenciones de marcharse.

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