Pasarela

El ARTE de las puntadas

  • El museo Metropolitan de Nueva York hace una oda a la alta costura con su exposición 'Manus x Machina', que recoge los diseños más impactantes

El Metropolitan de Nueva York es, posiblemente, uno de los mejores escaparates del mundo para contemplar arte. Pero el arte no siempre llega a través de una pintura o una escultura. El MET también entiende que la moda es una forma de expresión artística y por eso ha abierto sus puertas a la alta costura con la exposición Manus X Machina, una completa colección que recoge los diseños más impactantes de las últimas décadas.

La muestra permanecerá abierta hasta el próximo mes de agosto y recoge más de 170 diseños de los mejores modistos de todos los tiempos; desde Crisbóbal Balenciaga hasta Karl Lagerfeld pasando por Louis Vuitton, YSL o Iris Van Herpen. El objetivo que persigue el MET con esta colección no es otro que el de desmitificar el concepto de "hecho a mano" que ha existido en el mundo de la moda en el último siglo. Desde la revolución industrial, lo hecho a mano era sinónimo de exclusividad, mientras lo elaborado a máquina llevaba consigo el hándicap de ser algo inferior por estar producido en masa. Pero ¿cómo se sostiene esta teoría cuando se ven diseños tan impresionantes como los elaborados por el diseñador británico Chalayan, en los que se consigue un vestido a base de fibra de cristal, pigmentos metálicos y cristales de Swarovski? ¿O cuando se mira los impresionantes diseños realizados mediante impresión 3D de Iris Van Herden?

Pero no todo en esta exposición está basado en los innovadores diseños de las dos últimas décadas. En la muestra hay vestidos que se remontan a las primeras décadas del siglo XX porque de lo que se trata es de ver cómo la máquina ha ido haciendo sus aportaciones a los vestidos de alta costura en cada época.

Quizá la máxima expresión de la conjunción hombre-máquina que quiere transmitir esta muestra se consiga con el impresionante vestido de novia que abre la muestra, un diseño de Karl Lagerfeld para Chanel con el que cerró su colección de alta costura en 2014. Como si de un vestido medieval se tratase, este diseño sobrio destaca por una larga cola bordada en oro, al más puro estilo de los mantos que lucen las vírgenes de cualquier cofradía andaluza. Pero lo que en un principio se presupone artesanal 100% tiene su guiño a las nuevas tecnologías, ya que antes de coger el hilo y la aguja, en el taller de Chanel imprimieron en 3D el dibujo que posteriormente sería bordado a mano, lo que potencia aún más el estilo barroco que caracteriza a esta pieza.

Para enteder el significado de esta colección hay que contemplar la posibilidad de hacer arte que tienen las máquinas. Y no sólo como un concepto de futuro con impresión 3D o cortes por láser, sino retrocediendo a los años 20, cuando los plisados a mano de Fortuny se empezaron a sustituir por una técnica mecánica o cuando, en la década de los 50, Norman Noell sorprendió con un vestido de lentejuelas de gelatina.

Pasear por el MET newyorkino ahora es entrar en una máquina del tiempo en la que se puede ver con precisión los avances que se han ido dando en la moda, y más concretamente en la alta costura, entre puntada y puntada.

Queda por ver, no obstante, si estas técnicas tan avanzadas seguirán manteniendo en la alta costura ese halo de pieza irrepetible que tenían los vestidos que hicieron grandes a modistos como Coco Chanel o Cristóbal Balenciaga.

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