Pasarela

Espejito, espejito

  • La ilusión por realizar cambios, retoques o mejoras del aspecto es positiva siempre que no sea el resultado del miedo obsesivo a nuestra propia imagen.

No se trata de quién es la más bella del reino sino de si me veo lo suficientemente bella siéndolo. Se llama dismorfobia y es uno de los trastornos psicológicos más frecuentes entre las celebrities. Vivimos en un mundo donde los cánones de belleza cada vez son más foco de nuestros pensamientos y actuaciones. Existen personajes que sirven de aspiración para muchos de nosotros, siendo ejemplos de belleza concretos.

Es positiva la ilusión por realizar cambios, retoques o mejoras y los avances médicos nos lo permiten de forma muy saludable, pero siempre con un control, ya que cuando ésta sensación va más allá, convirtiéndose en una obsesión y una transformación de la realidad, nos adentramos en un problema en el que el aspecto psicológico es clave y su tratamiento básico para avanzar y estar sanos. Jorge López Vallejo, psicoterapeuta y experto en Terapia Breve Estratégica analiza esta situación y da las claves para su recuperación.

"Esto es un trastorno postmoderno que tiene una base fóbico-obsesiva. Su nombre es dismorfobia y es el miedo obsesivo a la propia apariencia física. Está en conexión con la noción postmoderna de que hemos avanzado tanto que podemos cambiar incluso lo aparentemente inmutable, como nuestra apariencia física y genéticamente determinada".

Caras conocidas como Natalie Imbruglia, Uma Thurman, Lily Allen y Renée Zellweger saben muy bien en qué consiste este problema en el que la belleza se convierte en una obsesión y, lo más preocupante, se distorsiona la imagen que tenemos de nuestro físico. Ellos no se libran del trastorno dismórfico. Vin Diesel lo sufrió y el caso más llamativo de todos los tiempos fue el del rey del pop Michael Jackson.

 

 La cirugía estética es en sí misma una ciencia útil y preciada, sin embargo, su utilización excesiva e impropia puede volverla perjudicial y peligrosa. Cuando una persona se obsesiona sobre una peculiaridad estética que rechaza aceptar su atención se concentra siempre en esto. "La persona vive con este tormento a lo largo de todo el día, convirtiéndose en pánico a la vista del espejo o de una mirada de otros", afirma el especialista. Esta 'herramienta' en el caso de los famosos es aún más peligrosa, ya que su poder adquisitivo les permite someterse a intervenciones inducidas por la inexacta percepción física que tienen de sí mismos.

En la mayoría de los casos, ese defecto estético es inexistente o insignificante, siendo únicamente una fijación mental que a menudo está conectada con problemas de relación con otras personas o un profundo sentimiento de inseguridad.

La mente se agarra a un defecto estético para explicar los fundamentos de estos problemas y mantiene la ilusión de que una vez suprimido o modificado todo volverá milagrosamente a su lugar y en algunos casos ocurre, hemos acertado, pero ¿y si no es así? La persona, contenta con los resultados obtenidos, siempre puede encontrar algo más en su cuerpo que puede ser mejorado, por lo que entra en una trampa aparentemente sin salida. Comienza algo que le aporta ilusión de poder tener el control sobre su aspecto físico, pero en realidad se consigue el efecto contrario perder el control. Una intervención llevará a otra, después a otra y así sucesivamente haciendo que se viva en la constante necesidad de sedar las reacciones de pánico provocadas por la idea de tener un defecto estético.  

"Otra solución común que toman los dismorfofóbicos es el aislamiento del contacto social, con el fin de evitar el sufrimiento y las crisis de pánico evitando alimentan el miedo y el problema es mayor", añade López Vallejo.

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