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El economista que cumplió el sueño de ser pastor

  • Un joven rondeño logra un rebaño de 200 ovejas tras formarse en el oficio en una escuela de la Junta

Pedro García, un economista de 38 años, ha cumplido su sueño de tener su propia ganadería. Este rondeño emprendió la aventura de convertirse en ganadero hace un par de años, cuando tomó la decisión de inscribirse en la Escuela de Pastores que la Junta de Andalucía posee en la localidad gaditana de Grazalema para adentrarse en un mundo que siempre le llamó la atención, pero del que tenía un total desconocimiento.

Terminada su formación para obtener el título de pastor, incluido un tiempo de formación en una ganadería de cabras de Gaucín, decidió hacer realidad su proyecto de poner el marcha una explotación de ovejas de carne, para lo que empezó por buscar una finca que poder arrendar y la compra de un poco más de 100 cabezas de ganado, que posteriormente fue ampliando hasta completar las casi 200 que posee en estos momentos.

El pastor de los estudios, como le conocen en la zona de Cañete la Real, termino municipal en el que se encuentra su explotación, afronta ahora su primera campaña de verano bajo la luz de la luna y las estrellas, al haber iniciado el periodo de pastoreo nocturno para su rebaño, aunque no se encuentra solo en su aventura, le acompaña Eduardo Ruiz, un compañero de la escuela de pastores que es el encargado de ayudarle en las labores de la ganadería. "Le ofrecí a Eduardo hacernos socios, aunque, creo que con buen criterio, me dijo que no", dice Pedro entre risas. Y es que en los primeros meses de funcionamiento de su explotación ya ha tenido tiempo de conocer de primera mano la dura realidad del campo, aunque es consciente de que durante los primeros años no ganará dinero y se conformará con ir cubriendo los gastos.

De hecho, estima que no podrá obtener beneficios hasta que cuente con un rebaño mínimo de unas 400 ovejas.

La llegada de un joven economista metido a pastor tampoco ha pasado desapercibido en la zona, incluso algunos vecinos se acercan a conocerle y charlar un rato con él. "Algunos creen que estoy loco", dice, para renglón seguido mostrarse convencido del proyecto que trae entre manos y que le llena mucho más que su trabajo en la ciudad y la oficina. Además, reconoce que los pastores vecinos les están ayudando mucho, porque son muchos los detalles que se desconocen de una ganadería sobre aspectos tan esenciales como el manejo del rebaño o cómo tenerlas localizadas.

"Se me había pasado algo tan básico como comprar cencerros", explica Pedro. Un detalle que les advirtió un pastor vecino tras observarles en varias ocasiones ir de un lado a otro de la finca tratando de localizar el ganado sin tener mucho éxito.

"Vino y me dijo que no quería meterse en nada, pero que nos había visto andando de una parte a otra y que lo suyo sería poner como mínimo unos quince cencerros para poder controlar mejor las ovejas", explica Pedro.

Tampoco le faltan anécdotas curiosas, aunque una de ellas les tuvo en vilo durante dos jornadas al principio de iniciar la actividad. "Un día llegamos y no encontrábamos las ovejas y estuvimos dos días buscando hasta encontrarlas", cuenta ahora entre risas, aunque reconoce que fueron unos momentos muy complicados. "Me daba vergüenza ir a pedir ayuda y decir que se me habían perdido más de cien ovejas y no las encontraba", señala Pedro.

Finalmente, el rebaño se había refugiado en una zona escarpada del entorno ante la presencia de unos perros, alejándose de la zona habitual en la que solían pastar hasta entonces. Tras pagar las novatadas propias de la inexperiencia, Pedro ya ha logrado vender sus primeros corderos, unos 25, y muestra orgulloso los nuevos borreguitos que han nacido en estas fechas y que tienen pocos días de vida.

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