Salud y Bienestar

La otra radioactividad

  • Nuevas evidencias ponen de manifiesto las ventajas para el cáncer de cérvix de la forma más desconocida de radioterapia, la braquiterapia.

Un estudio presentado en uno de los congresos más importantes de radioterapia, que se está celebrando en Barcelona, desvela las ventajas para el cáncer de cérvix de la forma más desconocida de radioterapia, la braquiterapia. Algunos podrían definirla como el pariente 'pobre' de la radioterapia, pero más bien sería al revés.

La braquiterapia como tratamiento del cáncer se le ocurrió a los mismísimos Madame y Monsieur Curie, allá por 1901. En la lucha contra el cáncer, qué mejor forma de ataque que insertar una fuente radiactiva en el mismo centro de un tumor.

Esta es, en esencia, la vía de acción de la braquiterapia que, más de un siglo después de ser descrita, aunque con un largo paréntesis de ostracismo, vuelve a pisar con fuerza en el campo de la oncología.

Se ha vuelto a demostrar hoy mismo en el marco del tercer foro de la Sociedad Europea para la Radioterapia y la Oncología (ESTRO), que se está celebrando en Barcelona. En esta importante reunión se han presentado los resultados del estudio Retroembrace que ha analizado de forma retrospectiva los datos de 731 pacientes de cáncer de cuello de útero tratadas con braquiterapia guiada por imagen.

La técnica consiste básicamente en colocar un isótopo radioactivo muy cerca del tumor. De hecho y en concreto para este tipo de cáncer se utilizan dos tipos de braquiterapia. En la endocavitaria, el aplicador se introduce en el útero y en la vagina y en la intersticial se insertan agujas directamente en el tumor para administrar la radiación.

En ambas técnicas se utiliza la tecnología de diagnóstico por imagen y se realiza a la paciente un TAC o una resonancia magnética para determinar exactamente la localización del tumor y así administrar la irradiación de forma muy precisa. Según el principal autor del estudio retroEMBRACE, el médico del Hospital Universitario de Aarhus (Dinamarca) Lars Fokdal, la braquiterapia guiada por la imagen "ha modificado considerablemente el tratamiento del cáncer de cuello de útero". Según este experto, la adaptación de la dosis y la combinación de ambos tipos de braquiterapia permiten administrar una irradiación de alta precisión "que se adapta al volumen tumoral sin afectar a otros órganos". Básicamente, lo que han demostrado los investigadores es que estas pequeñas bombas atómicas situadas al lado o incluso dentro del tumor no solo son eficaces a la hora de destruirlo, sino que reducen el riesgo de aparición de efectos secundarios graves. Se trata, sobre todo, de evitar dañar los tejidos que rodean al tumor, principalmente la vejiga y el recto. Y es justo lo que se ha logrado.

Tantoes así, que Fokdal subraya que la combinación de ambos tipos de braquiterapia debería considerarse "a partir de ahora" como el primer tratamiento de referencia en el cáncer de cuello de útero.

Entre los efectos secundarios más graves cuya frecuencia disminuye con esta técnica destacan la pérdida de elasticidad en la vagina o el recto (un efecto denominado estenosis), la formación de agujeros en la pared de disco órganos (fístulas) y disfunciones generalizadas en la zona.

Entre las ventajas que destacan los expertos sobre el uso general de la braquiterapia es que la aplicación de las dosis no requiere de tanta frecuencia como la radioterapia externa, aunque a veces se combina con ella. Además, el hecho de implantar la fuente de radiación tan cerca o dentro del tumor hace que sea igual de eficaz tanto si se mueve el paciente como si se desplaza el tumor.

Además del cáncer de cuello de útero, la braquiterapia en sus distintas modalidades se utiliza para otros tumores malignos. Actualmente sus principales aplicaciones abarcan el cáncer de próstata, los tumores de piel no melanoma y, siempre en combinación con la radiotearpia externa, en algunos casos de cáncer de mama.

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