Semana Santa

"Echo de menos la Semana Santa todos los días del año"

  • Estrella Morente, que ha portado a hombros el Cristo de los Gitanos, aboga por proyectar la fe de los mayores en las nuevas generaciones

Estrella Morente, una de las voces más brillantes del mundo del flamenco, se define como una "nostálgica" de la Semana Santa. De ella guarda los momentos más entrañables que vivió junto a su padre, con quien jugaba a averiguar el nombre de los tronos que desde lejos procesionaban.

-Cantaora granadina y casada con un torero malagueño, ¿qué le transmite la Semana Santa de la capital de la Costa del Sol?

-Es la llegada de la primavera, de las emociones, de los sentimientos…Es una semana de hermandades y de gente que se reúne para disfrutar de un sentimiento, en este caso andaluz, que es muy primitivo, histórico y heredado de nuestros antepasados y familiares.

-¿Qué recuerdos guarda de esta tradición cristiana?

-Probablemente van unidos a la música. Las composiciones de mi padre para Currito de la Cruz, una película muda de los años 20 sobre la Semana Santa andaluza. Me quedo con ese sonido auténtico, el más antiguo y natural, como es el de las bandas de esta región. Y, por supuesto, las saetas, uno de los más bellos recuerdos que guardo de cada año, sobre todo las que mi padre y mi abuela cantaban y que más tarde también aprendí yo.

-Y de su infancia, ¿qué momentos tiene grabados a fuego?

-Mi recuerdo más especial se remonta a cuando los cirios empezaban a aparecer de lejos por la calle y yo jugaba con mi padre a averiguar qué cofradía era.

-¿De dónde nace esa pasión por la Semana Santa?

-Las personas somos lo que vivimos, lo que aprendemos desde que nacemos. Siempre la he sentido de manera muy especial porque es arte.

-¿Qué lugares de Málaga recomendaría para ver un trono?

-Málaga tiene algo muy especial, no necesita el nombre de una calle, ni de una cuesta que haga ver o sentir la emoción de la Semana Santa. Podemos disfrutarla de una manera natural, con el Mediterráneo de fondo y el olor a azahar. Mis hijos se mueven continuamente por toda la ciudad, les gusta recorrerla y descubrir lugares nuevos cada año; ellos son los que me enseñan los mejores rincones para disfrutarla.

-¿Qué cambios ha experimentado desde que la veía con su padre?

-Pienso que ha evolucionado con el paso del tiempo como también lo hace cualquier otra tradición. Sin embargo, permanece lo más importante: la fe de nuestros mayores, que debemos hacer perdurar y también proyectarla en las nuevas generaciones. Estoy muy agradecida a todas las personas que se esfuerzan en una tarea tan esencial como es la de mantener una tradición que hoy está muy viva.

-¿Pondría una cofradía en la calle con un riesgo de precipitación del 50%?

-Si la pregunta me la hubieran formulado cuando era niña y me vestía de mantilla para procesionar con la Virgen de la Amargura o en la Greñua, en Granada, hubiera respondido que sí, sin dudarlo. Pero ahora, con mayor consciencia, entendemos que la belleza y el patrimonio de las cofradías podría padecer grandes daños. A pesar de la tristeza y de la desilusión de los cofrades y los fervientes que asistimos para disfrutar de los tronos, la necesidad de proteger las imágenes debe ser más importante que los deseos personales. Como dice mi marido, Javier Conde, también es bello recordar lo que se ha vivido en años anteriores y soñar con lo que se vivirá el siguiente. Los cofrades comparten ese sentimiento de tristeza, pero a la vez de unión y conexión absoluta.

-¿Prefiere disfrutar de una procesión de día o de noche?

-Depende. Si vamos a disfrutar con nuestros hijos viendo la Pollinica la mañana del Domingo de Ramos, hablamos de olores a flores, colorido y hojas de palmeras para dar la bienvenida a un Jesús que los niños reciben con esperanza. Por otro lado, disfrutamos de igual manera cuando presenciamos el paso del Sepulcro el Viernes Santo, ante el riguroso silencio, la solemnidad y la magia de la noche.

-¿Qué le gusta más, la salida o la entrada de una cofradía?

-Ambos momentos tienen su magia. Nunca son iguales, incluso si nos referimos a la misma cofradía; cada salida y cada encierro son diferentes. Intento no perderme ninguno, disfrutarlo todo, aunque prefiero cantar saeta en los encierros. Soy de las nostálgicas que echa de menos todo el año la Semana Santa.

-¿A quién le dedicaría unos toques de campana?

-Tengo un problema: cada vez que escucho un golpe de campana siento que está dedicado a mi forma de sentir la Semana Santa. Siempre me pasa. Creo que me están llamando a mí, que es una llamada que me hace la campana. Me siento de todas las cofradías porque cada vez que escucho un golpe de campana voy con el grupo de hombres de tronos, o costaleros, o costaleras, o mujeres de tronos, que también las hay. He tenido la suerte de llevar a los hombros al Cristo de los Gitanos y siento ese golpe de campana como mío cada vez que suena.

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