TV-Comunicación

La cabra, la más cuerda de 'Gran Hermano 15'

  • El 'reality' de T-5 arranca con Mercedes Milá durmiendo en la casa acompañada de una gallina

"¡Chupiguay, una pasada!". Si esas palabras son las primeras que una concursante pronuncia en la décimoquinta edición de Gran Hermano, acompañadas de un estrepitoso tono de voz, y que su compañero se haga llamar "Paquirrín-tin-tin", quiere decir que las sorpresas están aseguradas. Los responsables de casting de GH se han vuelto a superar. Que entre todos los seres que han entrado en la casa la más normal sea una cabra rubia es difícil de conseguir, y ellos lo han hecho. Se echa de menos la espontaneidad de las primeras ediciones y hay que buscar remedio para mantener a los fieles contentos y para ello lo mejor es hacer uso de la filosofía del todo vale. Porque solo con ese pensamiento a alguien se le ocurre emparejar a Shaima, una chica del barrio de El Príncipe (con la que de paso se hace promoción de la serie), con Paco, un calco de Chimo Bayo. Más rebuscada si cabe es la unión de Omar y Vitín, dos hermanastros de los que solo une conoce su parentesco. Los de Mediaset tienen que estar contentos. Tienen carnaza para rato y no solo para lo que dure Gran Hermano. Muchos apuntan ya como inevitables invitados de Sálvame y otros, como las parejas de guapos formadas por los primos Jonhatan y Juan Manuel y las amigas Alejandra y Yolanda, son firmes candidatos a convertirse en tronistas de Mujeres, hombres y viceversa y portadas de Interviú. Y como no, la palma se la llevan los andaluces. Pura esencia. Un torero malagueño de 23 años que se considera "que es el futuro de España" y su apoderado, de 47, que entra con el propósito de adelgazar. Y si hay un torero tiene que haber alguien que odie el maltrato animal y sea antitaurino y esa es Azahara, otra malagueña. A estos hay que sumar la pareja de hermana cordobesas que en el casting pidieron trabajo para limpiar en la casa y que de momento resultan las rellenitas simpáticas pero que seguro no tardarán en polemizar. Con todo esto Mercedes Milá tenía que buscar remedio para no quedarse sin momento de gloria. Por eso decidió entrar a pasar la noche en la casa, donde lució un kimono como pijama. Pero lo mejor es que no entró sola: escogió como pareja una gallina. Al menos la cabra no se sentirá sola.

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