El carismático Risto Mejide se vuelve a poner al frente de Viajando con Chester, un formato que sienta de nuevo en la parrilla de Cuatro a políticos y personalidades del mundo de la cultura como Joaquín Sabina para que opinen y se sometan al ojo crítico de este polémico publicista.

-¿Qué novedades trae la tercera temporada de Chester?

-Las novedades las traen los invitados porque se trata de un programa de conversaciones en el que cada uno tiene algo que decir y que aportar.

-El espacio quiere hacer mucho hincapié en los nuevos políticos. ¿Tiene Risto cuentas pendientes con alguno de ellos?

- No tengo cuentas pendientes, ni cuentas en Suiza ni en Andorra. Sólo quiero que quien se siente aquí conmigo se comprometa, porque cuando alguien nuevo llega a un cargo tiene la prerrogativa del novato, pero tiene que comprometerse con acciones y posturas determinadas. Esta temporada será más comprometida.

-¿Veremos entonces a un Risto mucho más crítico con los que se sienten en el sofá?

- Si hay espacio para hacerlo, sí, pero no es mi objetivo. Sólo pretendo sacar la verdad que tiene que decir cada uno.

-¿A qué persona le gustaría tener en el Chester?

- Me gustaría tener a todo el mundo porque todos merecen un Chester, incluso la gente anónima. De hecho, en esta temporada tendremos invitados no tan conocidos, pero que por sus méritos merecen ser conocidos.

-¿Cree que hay algún personaje que pueda igualar las cifras de audiencia que alcanzaron las entrevistas a Fabian Picardo y Zapatero?

- Creo que más allá de la audiencia que hemos consolidado, la gente debe saber que los domingos tiene una cita con la conversación porque son personas que les interesa por lo que están haciendo.

-¿Alguna vez se ha quejado un invitado del sofá?

- El Chester no es especialmente cómodo. Se trata de un tipo de sofá inventado por los ingleses para evitar posturas poco convencionales, pero pueden estar dos personas conversando muy bien.

-¿Cree que la sociedad está evolucionando y que demanda más programas críticos o sigue anclada en la búsqueda del entretenimiento?

- Creo que nuestra vida es un compendio de muchísimas cosas. La gente no puede estar todo el día viendo lo mismo; necesita también entretenerse porque no pueden estar cabreados con las mismas cosas (políticos, promesas incumplidas, injusticias). Esto es igual que la comida, si estás todos los días comiendo pizza, acabarás aborreciéndola.

-¿Risto es así de serio en su vida diaria o sólo en televisión? ¿Alguna vez le han parado por la calle para pedirle un argumento crítico acerca de un tema?

- Es la primera vez que me hacen esa pregunta (risas). En Chester soy yo más que nunca, para lo bueno y para lo malo, ya que es un programa en el que no hay guión, sólo dos personas charlando e improvisando. El caso más curioso que me ha pasado fue en un centro comercial, donde una señora me paró y me pidió que insultara a su marido por teléfono; cuando cogí el móvil lo único que le dije al marido fueque se divorciase.

-Los batacazos en el Mundial de Fútbol y Mundobasket, ¿cree que esa debacle es una metáfora de la decadencia del país auspiciada por la casta, si prefiere llamarla así?

-Fijaos los adjetivos que utilizamos. Lo que me parece más curioso no son los resultados, algo que no puedo interpretar porque no soy experto en deportes, pero somos muy tremendistas cuando se trata de la derrota y empleamos vocablos como debacle, catástrofe o batacazo. Pero cuando ganamos, somos los mejores y se olvida todo. Creo que estos términos forman parte de un carácter muy nuestro y no deberían perderse.

-¿Le gusta más la publicidad o la televisión?

-Todo forma parte de lo mismo, yo soy un comunicador y mi vida es comunicar a través de un anuncio, un libro o un programa.

-Sabemos mucho de Risto Mejide en televisión, pero poco sobre lo que sucede detrás de la pantalla ¿Es para evitar que las personas sepan demasiado?

-No, es únicamente porque se trata de mi vida privada y no comercio con ella.

-Sabemos que sus gafas de sol son su sello de identidad pero, ¿duerme con ellas puestas?

- Pues os voy a dejar con la incógnita. O mejor... pregúntale a alguien que haya dormido conmigo.