-Participa en Papel pintado, las confesiones de una treintena de actores en Paramount Channel. Elvira Lindo ha escrito las preguntas, más bien osadas ¿el que pregunta no ofende nunca?

-A mí me gusta la osadía de Elvira Lindo. Habría que tener más osadía. Las preguntas de Elvira nunca pueden ofender. Si hay preguntas que puedan ofender, no se responden. Pero no es el caso.

-Usted sentencia en esa confesión que "es más peligroso un tonto que un hijo de puta".

-Es una afirmación evidente. Con los malvados te puedes esperar su reacción. De alguna manera puedes llegar a un acuerdo, pero con los tontos, nunca.

-¿No hay espacios en la televisión para que los actores reflexionen o aparezcan para hablar, como Papel pintado?

-Yo estoy acostumbrado a las entrevistas cuando se trata de promocionar un proyecto, porque eso forma parte de mi trabajo. Estoy acostumbrado a que no haya espacios para expresarse, contar y opinar. Aunque yo tengo suerte y a veces se me tiene en cuenta.

-Recuerdo retratos en televisión que sabían unir el interés y el entretenimiento como Tariro, tariro, con La Trinca, donde participó usted, incluso cantando.

-Era un buen programa de los que dejaron de hacerse. Fueron las televisiones las que dejaron de hacer televisión.

-En aquella etapa de TVE usted protagonizó una serie de 'autor' como Gatos en el tejado.

-Estoy orgulloso de ella y también de las que protagonicé para Antena 3 en los 90, Quién da la vez y Este es mi barrio. Para mí todas eran realistas y reflejaban las historias de la calle. No me arrepiento de nada de lo que hice en televisión y si estuve lejos de ella era porque tenía otras cosas que hacer.

-Su decepción con TVE parte desde aquella defenestración de Pilar Miró.

-Lo de Pilar fue una lapidación con la que me enfrenté con la cúpula del PSOE. Era una gran profesional y fue una honesta directora de la cadena pública. Tuvo su precio estar junto a Pilar Miró.

-Ahora en Velvet ¿su personaje de Emilio, sin barba, le denota de un aspecto más joven?

-Yo creo que no. Su aspecto me da un carácter antiguo. Emilio es como uno de esos hombres que conocí en el Madrid de los 50...

-¿Cómo fue terminar esta serie?

-El final de Velvet me obliga a demandar con un abogado porque me arrebatan el placer de trabajar con ese equipo. Paula Echevarríase emocionó en nuestra última escena porque los guionistas me permitieron improvisar unas frases que van dirigidas tanto al personaje como a la actriz.

-¿Cómo fue esa relación con su sobrina ficticia?

-No descubro nada si digo que Paula Echevarría es una buena actriz y una buena persona.

-¿Con algunos actores muy jóvenes en Velvet no sentía la tentación de dirigirles, de darles consejos?

-No, no. Yo estaba en Velvet como cualquier otro actor, para aprender y trabajar. Y se aprende siempre cada día. Velvet formaba un grupo maravilloso y no se me pasaba por la cabeza dar lecciones.