Toros

El sevillano Rafael Serna abre la Puerta del Príncipe

  • El novel local conquista al público por su actitud, destellos artísticos y buena espada. Aguado, Serna y Carballo, en la final del próximo jueves, con reses de El Parralejo.

Buen ambiente en la tercera novillada de promoción nocturna celebrada anoche en la plaza de toros de Sevilla, siguiendo la estela de los festejos anteriores, dentro de una liguilla de jóvenes valores que ya ha deparado varias sorpresas gratas. Una acertadísima apuesta en estos tiempos en los que por la crisis se están celebrando menos festejos y en los que la cantera precisa, más que nunca, de oportunidades; máxime si tienen lugar en un escenario de primer orden como el del Coso del Arenal. Todavía más encomiable es el reparto de invitaciones que han ofrecido la Fundación Cajasol y la empresa Pagés, gracias a un concierto entre ambas entidades. Afortunadamente, la llama de la cantera se ha avivado últimamente con más intensidad; de ahí que en estas páginas hemos publicado y continuaremos con entrevistas a nuevos toreros sevillanos, que en Sevilla, Madrid, Pamplona y en otras plazas, están dando serios aldabonazos. Como el que dio en la madrugada el sevillano Rafael Serna, hijo del cantante Rafa Serna, abriendo la Puerta del Príncipe tras una actuación en la que hubo actitud, destellos de calidad y seguridad en la suerte suprema. Serna, que está aprendiendo el oficio en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, bajo la tutela de Luis de Pauloba, arropado por una legión de partidarios, conquistó al público sevillano.

Rafael Serna, con el manejable tercero, dejó detalles artísticos en una faena desigual, en la que sobresalieron un par de naturales, un pase del desprecio o una pinturera salida de la cara del novillo. La estocada a ley, de efecto fulminante, fue determinante para la concesión de su primer trofeo. Ante el buen sexto, mantuvo una actitud firme al recibirlo con tres largas cambiadas de rodillas -la primera, a portagayola-. Brindis familiar (en el tendido la madre y una hermana) para realizar una faena intensa, con muletazos cortos y muy expresivos por ambos pitones. Además, aderezó el guiso con una pizca de pinturería, como un cambio de mano y un pase del desprecio. De nuevo, se tiró con gallardía tras la espada para casi enterrar el acero y ser premiado con las dos orejas del villamarta.

El novillero fuengiroleño Samuel Ortiz, que dio sus primeros pasos en la Escuela Taurina de Málaga, con el mansote y complicado primero, que topaba por el pitón izquierdo y se vencía por el derecho, realizó una labor porfiona, pero carente de mando, con un par de desarmes y varios enganchones. Estuvo más centrado con el mansote y noble cuarto en una faena con quietud y de muletazos largos, que cerró con circulares invertidos y manoletinas; con el añadido de un revolcón. Todo ello tras recibir al astado con tres largas cambiadas de rodillas, la primera a portagayola.

El murciano Juan de Dios tuvo como primer oponente un buen novillo de Villamarta. Concretó un trasteo entonado, con varios muletazos de buen corte; siendo cogido sin consecuencias. Cerró con manoletinas; la última de rodillas, saliendo apurado. Erró con los aceros. Con el reservón quinto, se esforzó en una labor sin brillo, que acabó en un par de sustos. En esta ocasión dio un auténtico mitin tanto con la espada como con el verduguillo.

El espectáculo quedó marcado por el triunfo del sevillano Rafael Serna, quien en su estreno en la Maestranza salió a hombros por la Puerta del Príncipe tras una actuación en la que aportó actitud, destellos de calidad artística y una contundencia con la espada impropia en los noveles.

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