Gonzalo Caballero. Novillero

"En el ruedo y en la vida, me gusta estar en el filo de la navaja"

  • Es uno de los toreros con mejor balance en plazas de máxima categoría. Ha roto su relación de apoderamiento con Enrique Muñoz.

El novillero Gonzalo Caballero (Madrid, 29-12-1991), quien reside desde hace varias temporadas en Aznalcázar (Sevilla), donde entrena con el banderillero Curro Robles, es uno de los toreros más destacados de su escalafón, descollando especialmente en plazas de primera categoría -dos orejas en Las Ventas y vuelta al ruedo en la pasada Feria de Abril, en una faena importante a un astado mansísimo-. Acaba de romper su relación de apoderamiento con Enrique Muñoz en una temporada marcada por los triunfos y varios percances.

-¿Por qué y hasta qué punto le afecta su ruptura de apoderamiento, en plena temporada?

-Con Enrique tengo un trato de padre e hijo. He vivido en su casa. Profesionalmente tenemos ahora distintos puntos de vista, que podían afectar a nuestra relación personal.

-El que se haya hecho cargo de otro novillero, ¿ha sido decisivo para esta decisión?

-Es uno de los puntos. En cualquier caso, si no tuviera una relación tan personal, hubieramos continuado.

-¿Cuántas novilladas tiene contratadas?

-Tras el último triunfo de Madrid, han salido trece o catorce novilladas.

-¿Y ahora, qué tipo de representante busca?

-No tengo en mi cabeza nada. Sólo aprovechar estas oportunidades. Cuando llegue el momento, quiero junto a mí a alguien que comparta mi filosofía.

-Una filosofía en la que su carrera avanza a sangre y fuego, con percances graves.

-Es un peaje que hay que pagar para llegar a figura. Suceden por el sitio en el que me pongo. Mis cogidas han sido apostando. El último percance en Madrid me hizo crecer mucho. Mi único sufrimiento es que había cortado una oreja al primero y por la cornada, que sucedió en una gaonera, no pude lidiar al otro, que salió muy bueno, y no pude abrir la Puerta Grande.

-¿Se ha recuperado físicamente?

-Arrastro una fuerte lesión de espalda desde ese día y la mano izquierda lastimada, aunque no me impide torear.

-¿Y psíquicamente?

-El valor se va por las heridas si no sabes por qué te ha cogido. Yo sabía lo que estaba haciendo y lo que apostaba.

-¿Qué le cuesta más: recuperarse de las propias heridas o mentalmente?

-Si le soy sincero, la cornada que sufrí en el pene, hace un par de años, me hizo madurar psicológicamente. Todas las noches me visitaba el toro. Me enseñó que estamos aquí dos minutos. Por las heridas no hay tanto problemas. Cuando estás en el hospital te llevan bombones. Decían los espartanos que "no hay mayor gloria que morir en el campo de batalla". No me gusta hablar de ello, pero no me importa que me pase nada cuando piso ese sitio. Lo malo es un accidente de tráfico o una enfermedad.

-Desde sus comienzos ha llamado la atención por su entrega al límite.

-En el toreo me gusta que haya emoción y dar ventaja al toro. Cuesta mucho trabajo pisar ese sitio, pero disfruto. En el ruedo, como en la vida, me gusta estar en el filo de la navaja. Tengo ese concepto incluso fuera de la plaza. Soy también un apasionado de los deportes de motor. Ya tendré tiempo de vivir tranquilamente cuando sea viejo.

-¿Cómo le afecta el descenso de espectáculos?

-Creo que hay oportunidades. Si no estás preparado, son las oportunidades las que te cogen. No me quejo del sistema. Quizá no arreamos lo que tenemos que arrear.

-Tras su etapa de valor descarnado y con escasa técnica, ¿hacia dónde evoluciona su toreo?

-Mi concepto es clásico y de torear despacio. Antes no estaba preparado técnicamente y venía el tren y me pasaba por encima. Con el tiempo he adquirido oficio. Intento torear muy encajado y que el novillo pase cerca, que es como disfruto. Y traerlo enganchado, toreado. Busco un toreo dentro de los cánones de la pureza y la emoción.

-Sus referentes.

-Toreros antiguos geniales, como Belmonte, que cambió el toreo, o David Silveti, de gran personalidad. Y me encanta Pepín Martín Vázquez.

-La temporada 2014. Lo más destacable en positivo y negativo.

-Lo mejor, la faena por la que corté una oreja en Madrid. Los profesionales me dijeron que era de dos trofeos. En Sevilla también disfruté una barbaridad. Lo peor, San Isidro, con novillos que se apagaron.

-Defina su trayectoria.

-Voy a mi bola y por la vía de la verdad.

-Y su meta.

-Mi idea es mandar y ser feliz con el toreo.

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