Toros

Dos orejas y rabo para el vertiginoso rejoneo de Ventura

El jinete Diego Ventura le cortó el rabo al quinto toro de la tarde, tras una espectacular y vertiginosa faena, en la corrida de rejones que puso cierre a la feria del Pilar de Zaragoza.

No hubo respiros ni tiempos muertos en la vertiginosa y espectacular faena que le sirvió a Diego Ventura para cortarle el rabo al quinto toro y ponerle así un triunfal colofón a la gran feria taurina del Pilar de 2014.

Desde que recibió garrocha en mano y a portagayola a Plateado, que así se llamaba el buen toro de Bohórquez que le facilitó el triunfo, Ventura mantuvo centrado en su labor tanto al astado como al festivo y generoso público que habitualmente acude a este tipo de espectáculos.

El jinete hispano-luso aprovechó la clase de un toro medido de fuerzas para hacer debutar en plaza grande a Sueño, un nuevo caballo de su cuadra con el que incidió en unos vibrantes galopes de costado, incluso imitando la hermosina, la suerte patentada por su gran rival, Pablo Hermoso de Mendoza.

Sobre el fibroso potro se recreó Ventura muy cerca de la cara del toro, adornándose con descaro después de clavar banderillas con más espectacularidad que ajuste, pero elevando el entusiasmo del tendido y prolongándolo después con los ya habituales mordiscos al toro de su caballo Morante.

Sin solución de continuidad, el albino Remate fue su apoyo para poner epílogo a la faena con un ligado carrusel de banderillas cortas y de desplantes sobre la testuz del de Bohórquez.

Cuando el toro cayó a tierra tras un rejonazo en el que el jinete barrenó hasta clavarlo por completo, se escuchó un estallido en la plaza que acabó en la concesión de un rabo un tanto excesivo, pero pedido con impresionante fuerza y unanimidad.

Esa faena de Ventura salvó una tarde que caminaba por muy decepcionantes derroteros desde que Andy Cartagena le cortara una oreja al que abrió plaza por una actuación plagada de guiños al tendido pero simplemente correcta y sin apreturas en el toreo fundamental.

El propio Diego Ventura aplicó también poco mando sobre las buenas embestidas del segundo toro, sin mayores méritos al clavar banderillas y mucho menos con los aceros de muerte, con los que erró repetidamente.

Y aún más desangelado se vio a Leonardo Hernández con el tercero, que sangró excesivamente por un rejón de castigo contrario, lo que le hizo desfondarse y finalmente rajarse en tablas, donde al jinete extremeño le costó demasiado matarlo.

Leonardo Hernández necesitó más de la cuenta del capote de sus auxiliadores para lidiar a ese toro, pero no tanto como Andy Cartagena con el cuarto, un astado cinqueño pasado que, como toro viejo, sacó sentido y acabó aquerenciado junto a tablas y a la defensiva, poniendo en evidencia la experiencia del alicantino.

Fue entonces, cuando la tarde caía ya por un barranco de decepción, cuando Diego Ventura la levantó con su garra y su espectáculo, para que finalmente la remachara Leonardo Hernández cortándole la oreja al sexto toro del encierro.

Esta vez se vio al más joven de la terna muy centrado ante un toro noble y con ritmo al que clavó banderillas con ajustados y limpios quiebros, citándolo desde distintos terrenos y distancias. Así lavó la mala imagen reflejada apenas una hora antes sobre la arena de ese mismo ruedo.

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