Toros

Homenaje a Rafael Aguilera

Rafael Aguilera, a sus 69 años, recibirá mañana sábado el cariño de su pueblo en un merecido homenaje tras su entrega sin reservas hacia la Fiesta; y en especial en todo lo relacionado con su pueblo. Quien fuera novillero, organizador infatigable de festivales benéficos, apoderado, alma máter para rehabilitar la plaza de toros de Guillena y fundador de su Escuela Taurina tendrá un reconocimiento en la citada localidad sevillana.

El Ayuntamiento ha organizado un homenaje y se descubrirá un azulejo en su honor en la plaza de toros de Guillena, a las 12:00, con asistencia del alcalde, Lorenzo Medina, y del delegado provincial del Gobierno de la Junta, Javier Fernández. Aguilera trabajó en la recuperación de la plaza de Guillena durante varios años, cuando ejerció como teniente de alcalde de la Corporación. Asimismo, fundó y presidió la Escuela Taurina durante 17 años, en la que fueron directores artísticos Juan Punta, José Antonio Algaba Cobo y José Fuentes.

Con motivo del homenaje, en el que participarán varios cantaores y guitarristas flamencos, tendrá lugar posteriormente una mesa redonda en la Casa de la Cultura, que moderará Juan Belmonte y en la que participarán los matadores de toros Tomás Campuzano, Manuel Jesús El Cid y Manuel Escribano, junto al ex cirujano jefe de la Maestranza sevillana, Ramón Vila.

Rafael Aguilera fue novillero entre 1960 y 1965 e incluso debutó con buen pie en una novillada nocturna en la Maestranza. Su afición late todavía con tanta fuerza que ha toreado en varios festivales celebrados en las últimas temporadas, el último de ellos, con 65 años. Como apoderado dirigió las carreras de Juan Antonio Cobo y José Luis Osuna.

Dentro de sus vivencias taurinas, Aguilera tiene siempre muy presente un hecho que aconteció el 2 de junio de 1972 y que relata con viveza: "Aquel día se escaparon, de un camión que conducía, una decena de reses bravas del hierro de Antonio Ordóñez que iban camino del Matadero en Sevilla. Me llamó urgente el capitán del cuartel para darle muerte en los Jardines de Murillo. A una de ellas, después de torearla con la capa de un guardia, la rematé con una puntilla de las barras de nieve del bar España. Luego, con el capitán, fuimos a por otra a la Plaza de España y junto a una farola y con una cuerda gruesa de un conductor de un coche de caballo pudimos amarrarla después cansarla toreándola. El resto de reses fueron abatidas a tiros junto al campo del Betis. Salí en portada por haber evitado algunas desgracias y fui felicitado por los mandos".

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