Undécima de abono

Solera de Ferrera en una notable 'victorinada'

  • El extremeño realiza una gran faena, malograda por los aceros con un toro de Victorino, 'Mecanizado' al que le dieron la vuelta al ruedo. Escribano corta una oreja al segundo y El Cid es silenciado. Notable corrida de Victorino Martín.

Emoción. Ese es el término que define el espectáculo de este jueves. Emoción que estalló en varios pasajes porque hubo materia prima. ¡Qué maravilloso que el toro embista tras la muleta descolgando, humillando! En la corrida de Victorino Martín, bien presentada y de juego variado, saltaron algunos ejemplares que hicieron lo apuntado y el público, tras la sequía de bravura y casta que se ha vivido en términos globales en esta feria, se frotaba los ojos ¡Por fín, el toro! Ya sea bueno, malo, noble o con peligro, cuando el toro acomete con casta, emociona. El año pasado, otro gran toro de Victorino, Disparate le correspondió a Antonio Ferrera. ¡Cosas del destino!

En esta ocasión, lo más maravilloso llegó en la faena de un asolerado Antonio Ferrera al cuarto, de nombre Mecanizado, número 73, cardeno claro, bragao, de 544 kilos, con suma nobleza y humillador. El toro, alto, largo, empujó con fuerza y entrega en un primer puyazo. Luego cabeceó en otro e incluso salió suelto. No era para ser premiado con la vuelta al ruedo.

Ferrera banderilleó con espectacularidad, con un segundo par de poder a poder fuertemente ovacionado. Y sin pensarlo apostó fuerte, en los medios, donde trazó dos tandas suaves con la diestra vitoreadas, sumándose la Banda Tejera con un pasodoble. Con la izquierda también dibujó muletazos largos. Pero lo extraordinario llegó en una serie diestra de mano baja en la que barrió con la franela la arena, con el toro haciendo el avión. El público enloqueció. Se preveía dos orejas como premio. Era el momento de entrar a matar, pero el extremeño alargó innecesariamente la faena, con un epílogo con torería y que dilató nuevamente con una tanda de muletazos genuflexos. Le costó cuadrar al toro y en la suerte contraria entró para  un pinchazo hondo. Luego, otro más y un descabello, con aviso de por medio. Parte del público pidió la vuelta al ruedo para el toro, que fue concedida. Y también le hizo recorrer el anillo a un torero que estuvo muy importante.

Ferrera toreó a la verónica con buen aire al serio que abrió plaza. Realizó una labor fundamentada en la diestra, con temple y que fue a menos ante un toro flojo y con nobleza, con un buen pitón derecho. Con anterioridad invitó en banderillas a Escribano. Ferrera prendió el mejor par, de dentro afuera.

Manuel Escribano contó con otro buen toro de Victorino, el tercero, Paquecreas, número 33, negro entrepelado, de 546 kilos, un tío, que metió el hocico tras los vuelos del capote del gerenense, quien en banderillas salió vivo de milagro tras un arriesgadísimo par al quiebro, por los adentros, para clavar al violín. Las palmas echaron humo. El toro, con recorrido, embestía muy bien por el pitón izquierdo. Escribano, que había lanceado bien a la verónica, tiraba de él de muletazo en muletazo. Tardó en ponérsela -como se dice en el argot- y empalmar los muletazos. Nació así una serie al natural con ligazón, meritoria y coreada. La música comenzó a sonar, pero duró un suspiro. El toro ya se había orientado, medía y se paraba. Escribano se la jugó en plan guerrero y se metió al público en el bolsillo. Entró con gran decisión en la suerte suprema para enterrar el estoque, algo desprendido, y ganar la única oreja que se concedió.

El sexto toro, alto y largo, bravucón de salida, era otra cosa. Por el derecho se quedaba corto. Escribano, tras varios enganchones en la capa, prendió un par de infarto citando desde el estribo para prender al quiebro, sin apenas terreno. Dentro de su labor, estuvo a punto de ser cogido por perderle la cara al toro.

El Cid, con el segundo, ganó terreno a la verónica hasta llegar a la boca de riego. Se peleó honradamente, aunque sin acierto, en un trasteo basado en la diestra. El toro, que se quedaba corto por ambos pitones, acabó orientado.

Con el buen quinto, otro de los astados que dieron realce a la victorinada, al que picó muy bien Manuel Jesús Ruiz, El Cid realizó un trasteo voluntarioso y precipitado, en el que los muletazos resultaron rápidos.

La tarde, hasta el momento, ha sido la más interesante por esa chispa de emoción del toro, con una variada y notable corrida de Victorino Martín en la que embistieron con transmisión y condiciones tres astados -tercero, cuarto y quinto- y en la que Antonio Ferrera no rubricó con la espada una asolerada faena.

Ficha del festejo

UNDÉCIMA DE ABONO. PLAZA DE TOROS DE LA MAESTRANZA

GANADERÍA: Corrida de Victorino Martín, seria en su conjunto y de distintas hechuras. El cuarto, Mecanizado, número 73, cardeno claro, bragao, de 544 kilos, con suma nobleza y humillador. 

TOREROS: Antonio Ferrera, de verde esmeralda y oro. Entera caída (silencio). Dos pinchazos hondos y descabello (vuelta tras aviso).

Manuel Jesús El Cid, de verde botella y oro. Cuatro pinchazos y entera que asoma (silencio tras aviso). Dos pinchazos y media (silencio).

Manuel Escribano, de verde botella y oro. Estocada entera desprendida (oreja). Estocada (palmas de despedida).

INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Maestranza. Jueves 23 de abril. Úndécima de abono. Más de tres cuartos de entrada en tarde calurosa. Al cuarto toro, de nombre Mecanizado, número 73, cardeno claro, bragao, de 544 kilos, lo premiaron con la vuelta al ruedo. En cuadrillas fueron ovacionados los picadores Dionisio Grilo, en el cuarto y Manuel Jesús Ruiz, en el quinto.

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