ANÁLISIS DE LA FERIA DE ABRIL

Nivel ganadero bueno y mediocre en lo artístico

  • Sin triunfador absoluto, Antonio Ferrera cuajó la mejor faena a 'Mecanizado', de Victorino Martín. Con escaso peso del aficionado, aumentó el público y descendieron las exigencias.

Dentro de una feria en la que, a simple vista, parece que ha aumentado el número de espectadores que han pasado por taquilla, se ha apreciado que con el escaso peso del aficionado -el descenso de abonados en los últimos años ha sido decisivo- la plaza de Sevilla ha perdido su criterio, en el que prevalecía un mínimo de exigencias. Algunas tardes, se ha vivido el espectáculo con la misma visión que en una plaza de tercera.

Escrito esto, en lo concerniente a lo sucedido en el ruedo, no ha habido un gran triunfador. Tampoco logró ningún matador la ansiada Puerta del Príncipe en un ciclo en el que el ganado ha estado por encima de los hechos artísticos.

El alicantino José María Manzanares, quien asumió el peso del abono -tras la decisión de Morante de la Puebla, El Juli, Alejandro Talavante y Miguel Ángel Perera de no acudir-, muy arropado por el público sevillano, con cuatro tardes, rozó el triunfo, pero no redondeó, pese a que uno de los días contó con un gran lote de Núñez del Cuvillo, la ganadería más destacada. Manzanares sí rubricó la suerte suprema el sábado 18, con dos estocadas de nivel superior a toros de Victoriano del Río, que le valieron una oreja de cada toro.

La faena de la Feria de Abril la firmó Antonio Ferrera, quien sacó con solera todo el buen fondo de Mecanizado, de Victorino Martín, al que se le premió con una vuelta al ruedo generosa, ya que en el tercio de varas se rajó en el segundo puyazo. Desgraciadamente no la culminó acertadamente con los aceros y Ferrera, muy torero en la notable victorinada, no consiguió trofeos.

Dentro de los toreros al alza sale reforzado el gerenense Manuel Escribano, quien se entregó sin reservas ante victorinos y miuras, jugándose el pellejo en largas cambiadas de rodillas frente a toriles y en banderillas, con pares escalofriantes, y con buenas estocadas, además de cumplir con las telas. Consiguió un trofeo en cada tarde.

Joselito Adame, Antonio Nazaré, Pepe Moral, Juan José Padilla y Eduardo Dávila Miura cortaron una oreja cada uno. Dejaron buenas impresiones Castella, en faena de temple y valor; Finito de Córdoba, aunque se quedó en sólo apuntes al natural ante un gran toro de El Pilar, que mereció más; Daniel Luque, con el capote; José Garrido, por su garra y Galván por su entrega. Por debajo de ese nivel: Lama de Góngora, Oliva Soto, Esaú Fernández, Arturo Saldívar y Javier Jiménez. Y se esperaba más de Manuel Jesús El Cid, Enrique Ponce, Iván Fandiño, Miguel Abellán y David Fandila El Fandi.

En cuadrillas destacaron numerosos toreros, entre ellos los que han conseguido más premios por esta feria, el banderillero Curro Javier -completo en brega y con los palos- y los picadores Manuel Jesús Ruiz y Juan Francisco Peña.

En rejoneo, Diego Ventura atravesó la Puerta del Príncipe -muy holgada y generosa- por décima vez en su carrera, con una gran actuación del excelente caballo Sueño; Andrés Romero cortó dos orejas y Fermín Bohórquez realizó su última faena en Sevilla, consiguiendo el único trofeo de la matinal de rejones.

En ganado destacaron las corridas de Núñez del Cuvillo, la más completa y con un toro excelente, el segundo, Encumbrado, que le tocó a Manzanares. Del encierro de Victorino Martín destacaron tres astados, el ya citado Mecanizado y otros dos. Otra ganadería con buen nivel ha sido la de Fuente Ymbro, con un cuarto extraordinario, Turulato. Y tampoco fueron aprovechados algunos toros sueltos de Cayetano Muñoz -gran cuarto, de nombre Muñeco-, El Pilar, Victoriano del Río y Jandilla. Miura sirvió dos buenos ejemplares para el toreo. En término medio, Jandilla. Y en la cara opuesta, fracasaron Montalvo y Torrestrella. En rejones, la corrida de Bohórquez resultó noble en distinto grado y la de Benítez Cubero dio un juego desigual.

En definitiva, una feria con más espectadores y un público heterogéneo que aplaudió con la misma fuerza lo bueno, lo malo  y lo regular. Un ciclo mediocre en lo artístico, en el que se desaprovecharon demasiados toros.

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