San isidro

Destaca media corrida de Alcurrucén en otro vendaval

  • Juan Bautista, con el mejor lote, vuelta al ruedo; y Ferrera y El Capea son silenciados.

Una docena de festejos en Madrid continuados y, pese a que este año se han concedido hasta ahora más trofeos que nunca, la Feria de San Isidro discurre por un término más bien bajo. De nuevo el viento fue decisivo en el devenir de un espectáculo en el que es imposible manejar los engaños si quien manda en el ruedo es el dios Eolo. Los toros se lidiaron al abrigo de tablas y, pese a ello, la corrida de Alcurrucén, muy dispar en hechuras, ofreció tres toros que dieron buen juego con sus matices.  

Antonio Ferrera, quien contó con el peor lote e hizo lo más meritorio, se las vio en primer lugar con un enorme toro cinqueño –¡609 kilos!– (increíble, teniendo en cuenta su encaste:Núñez; como increíble la ovación que le propinaron en el arrastre). Porque el voluminoso colorao, algo silleto, embistió a media altura y con arreones. Ferrera, fácil en banderillas, realizó una labor lidiadora inteligente.

Ferrera se enfrentó a un cuarto serio tanto en presentación –alto y con generosas perchas– como en comportamiento. El extremeño prendió de nuevo banderillas sin apreturas. Con la muleta se entregó con pundonor, consiguiendo una tanda meritoria con la diestra.

Juan Bautista estuvo por debajo de su lote. El segundo, bajo, muy astifino, cornidelantero, con cuello, embistió con nobleza. El diestro francés pasó de tanda eléctrica a una última fase vulgar, pasando por una serie entonada y una sola tanda con fibra.

El quinto, un cinqueño un punto corniabierto, resultó mansísimo en los primeros tercios, pero manejable en la muleta. El torero galo, relajado, logró dos series diestras templadas, con muletazos bellos. Con la izquierda pergeñó otra tanda buena, rota por un desarme. Luego, brilló en un par de naturales y la faena, con el toro a menos, se diluyó. Mató de casi entera y dio una vuelta al ruedo.

El Capea tuvo en suerte como primero a un astado que fue protestado de salida por su trapío –algo terciado–. El animal tuvo como mejor condición la humillación. La labor del torero salmantino, que comenzó de rodillas, fue voluntariosa e insulsa.

El sexto, cinqueño, bizco del izquierdo, alto y enmorrillado, manseó en los primeros compases. En la muleta, El Capea porfió sin convencer a la parroquia ante un alcurrucén muy exigente y humillador. Tras un pinchazo sufrió un espeluznante pitonazo en la barbilla a cambio de una estocada.

Independientemente de que la terna se marchara de vacío y apenas se vivieran momentos de brillantez, la Comunidad de Madrid debería, de una vez por todas, cubrir una plaza en la que el viento continúa haciendo estragos.

Ficha del festejo:

Duodécima de la Feria de San Isidro de Madrid

Ganadería: Corrida de Alcurrucén, de dispares hechuras y comportamiento. En juego, los mejores, segundo, tercero y quinto.

TOREROS: Antonio Ferrera, de grana y oro. Estocada entera (silencio). Pinchazo hondo, pinchazo y bajonazo (silencio tras aviso). Juan Bautista, de nazareno y oro. Entera caída y descabello (silencio). Casi entera (vuelta al ruedo). Pedro Gutiérrez El Capea, de azul marino y oro. Dos pinchazos y estocada (silencio). Pinchazo y estocada (silencio).

INCIDENCIAS: Plaza de toros de Las Ventas. Martes 19 de mayo de 2015. Tres cuartos de entrada. El viento molestó enormemente para la lidia.

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