Toros

La gran capacidad de Roca Rey

  • El diestro peruano corta tres orejas y abre la Puerta Grande de la plaza de Vista Alegre Posada de Maravillas, con el mejor lote, corta una oreja Varea, ovacionado

segunda de las corridas generales de bilbao Ganadería: Cuatro novillos de El Parralejo y dos -primero y tercero- de Fuente Ymbro, de hechuras y juego desigual; destacaron positivamente en la muleta el primero y el cuarto. TOREROS: Posada de Maravillas, de nazareno y oro. Pinchazo y estocada (saludos tras ovación). Estocada (oreja tras aviso). Varea, de azul y oro. Dos pinchazos y tres descabellos (saludos tras ovación). Tres pinchazos y estocada (saludos tras ovación y aviso). Roca Rey, de grana y oro. Estocada (oreja). Estocada (dos orejas tras aviso). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao. Domingo 23 de agosto de 2015. Un tercio de entrada. Viento que molestó en la lidia durante la primera parte del festejo. Roca Rey salió a hombros.

La capacidad asombrosa de Roca Rey, quien terminó abriendo la Puerta Grande de Vista Alegre, hizo olvidar las contrariedades de una novillada de la ganadería sevillana de El Parralejo, remendada con dos astados de Jandilla por varias bajas en el campo y un viento que molestó en la primera parte del espectáculo.

Roca Rey se impuso a los elementos y a un lote que no fue precisamente el mejor. Mantuvo al público expectante y cosechó multitud de ovaciones en su actuación. El peruano volvió a demostrar que es una de las más firmes promesas del panorama taurino. Haciendo honor al grana y oro que vestía, derrochó valor. Y no sólo valor. Además de quietud pasmosa, hubo una colocación irreprochable para los cites y una listeza innata en el toreo. Sin duda, con el capote, logró pasajes impactantes; especialmente en un quite por saltilleras, en los medios, con el sexto novillo acudiendo desde muy largo y el torero, con quietud pasmosa, haciendo pasar al astado bajo su capa.

Con el complicado y huidizo tercero, a la variedad capotera, el diestro añadió firmeza y seguridad en una faena en la que esbozó buenos muletazos, especialmente al natural; desde un prólogo con estatuarios hasta un epílogo por manoletinas. Mató al primer envite para ser premiado con el primer trofeo.

Con el sexto, bien armado, suelto de salida, sin entrega, Roca Rey dio la talla de un matador de toros cuajado. Con la muleta limó la aspereza del astado. Comenzó impasible en un par de pases por la espalda en los medios, con el respetable asustado; ligando y rematando esa serie diestra con un par de pases de pecho. Los mejores muletazos los logró con la derecha. Pero por encima de las tandas, en las que fue arrancando los pases con fe, brilló en su capacidad lidiadora, con recursos y un cierre con torería. El público se rindió. Una estocada en la que se tiró a ley supuso el punto final de categoría; siendo premiado con dos orejas.

Posada de Maravillas contó con el mejor lote, dos novillos para un triunfo de puerta grande. Posada cortó una oreja al tercero, un ejemplar bien hecho, con nobleza, entrega y con un pitón extraordinario. El extremeño se entregó, con su sello, en una faena que comenzó en los medios, siendo casi arrollado por el toro, que acudió como una locomotora al primer cite con la derecha. Luego, por ese pitón, hubo buena composición. Por el izquierdo -peor pitón-, nada reseñable. Mató de estocada y fue premiado con una oreja.

Con el que abrió plaza, ovacionado en el arrastre por su nobleza, Posada realizó una faena basada en la diestra -el mejor pitón del animal-, con altibajos y salpicada por algunos destellos artísticos de gran calidad, como una preciosa trincherilla. Faltó más peso a la obra, no remató al primer envite.

Varea se esforzó ante un lote deslucido, al que estoqueó muy mal. Se enfrentó en primer lugar a un astado con picante. El castellonense apostó por terrenos en cercanías, lo que no permitía el encastado novillo. Las series fueron cortas y el torero tuvo el mérito de entregarse sin reservas, lo que agradeció el público con una ovación, pese al fallo con los aceros.

El cuarto novillo, bien hecho, no peleó en varas y echó la cara arriba en banderillas. Llegó a la muleta reservón. Varea no pasó de un trasteo con altibajos, salpicado de un par de desarmes.

El espectáculo quedó marcado por un joven peruano con cara de monaguillo, Andrés Roca Rey, que va camino del cardenalato torero. Ayer, cuando salía a hombros, miraba hacia el cielo bilbaíno al atravesar la Puerta Grande de Vista Alegre.

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