Toros

El Cid y Garrido, sendos trofeos con un gran encierro de Jandilla

cuarta de las corridas generales de bilbao Ganadería: Corrida de Jandilla, de presentación desigual y de muy buen juego en su conjunto, a excepción del primero, sin entrega, y del sexto, protestón. Al cuarto, Ferretero, se le premió con la vuelta al ruedo. TOREROS: Juan José Padilla, de grana y oro con cabos negros. Estocada y dos descabellos (saludos tras ovación con aviso). Metisaca caído y estocada desprendida (vuelta al ruedo). Manuel Jesús 'El Cid', de azul y oro. Estocada (silencio). Estocada (oreja). José Garrido, que se presentaba, de grosella y oro. Estocada (oreja con petición de la segunda). Estocada (ovación). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Bilbao. Martes 25 de mayo de 2015. Media entrada.

Bilbao no tiene la etiqueta de Feria del Toro, como Pamplona, pero año a año, temporada a temporada, demuestra que lidia más toros en el tipo y de mejores condiciones. Las Corridas Generales son un ciclo modélico, con un toro bien presentado, pero que no es mastodóntico, y un público de primerísima categoría, esperando a los toreros y sin molestar.

En la cuarta, los buenos aficionados vascos disfrutaron de lo lindo con una corrida de Jandilla de dispares hechuras y que dio en su conjunto un gran juego; a excepción del segundo, sin entrega, y del sexto, protestón. El cuarto, el más completo, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Juan José Padilla tuvo en suerte un lote de puerta grande. Se encontró en primer lugar con un jandilla bien presentado, que hizo una buena pelea en varas y embistió con notable calidad y nobleza, con el que dibujó suaves verónicas, se mostró fácil en banderillas y realizó una faena entonada basada en la diestra, que bajó en intensidad hasta que rubricó con una estocada y dos descabellos.

El cuarto, Ferretero, fue todavía mejor. Le dieron la vuelta al ruedo en el arrastre por su extraordinario juego. Bajo, algo montado, destacó por su nobleza, recorrido y fondo. Padilla, que lo recibió con una larga de rodillas, logró el par más meritorio, de dentro afuera, al violín. Comenzó su faena en las rayas, de rodillas, con la derecha, con la que firmó tandas entonadas. Al natural se gustó. Emborronó su labor con un metisaca caído y una estocada desprendida.

El Cid contó con uno de los grandes toros del festejo, el quinto: bien hecho, pronto, enclasado, que humillaba en sus embestidas tras las telas del sevillano, quien realizó una faena con series marcadas por la ligazón por el pitón derecho y que dibujó buenos naturales en un par de tandas. Mató al primer envite y cobró una oreja.

Con anterioridad, el segundo, muy astifino, se coló con violencia por el pitón izquierdo tras el capote de El Cid. Después de una mala pelea en el primer tercio, no se entregó en el trasteo del diestro sevillano, que acabó desconfiado. Una estocada en el primer envite acabó con el mal trago que vivió el saltereño.

José Garrido fue ovacionado antes de lidiar a su primer toro en recuerdo de su éxito el año pasado en esta plaza ante seis novillos de El Parralejo. El animal, protestado por algunos por su trapío -le faltaba remate-, fue exigente y acometió con movilidad. La virtud más destacada de Garrido fue su entrega y disposición. Lo recibió con un farol de rodillas en los tercios y realizó una faena desigual, que comenzó de rodillas y terminó con manoletinas, con una muy meritoria tanda de mano baja con la diestra y varios naturales de buen trazo. Aguantó varias tarascadas sin inmutarse. Mató con contundencia y ganó merecidamente el primer trofeo de la tarde.

Con el serio jabonero que cerró plaza se la jugó de verdad. El toro, noblón, protestó a mitad de faena y Garrido, que se había lucido a la verónica, se jugó el tipo en los medios en un comienzo por estatuarios. Faena marcada por la firmeza.

Ayer, por encima de todo, se vivió la pasión por el toro, gracias a una gran corrida de Jandilla.

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