Toros

Roca Rey, en una gran actuación, corta dos orejas en Logroño

FERIA de logroño Ganadería: Toros de Zalduendo, pobres de presencia, nobles pero muy justos de fuerzas y de raza. Los más toreables, tercero y sexto, aún sin llegar a ser nada del otro mundo. Primero, segundo y quinto, pitados en el arrastre. TOREROS: José Antonio 'Morante de la Puebla'. Pinchazo, estocada desprendida y descabello (silencio); y pinchazo y más de media (vuelta al ruedo). Julián López 'El Juli'. Estocada de efecto fulminante (silencio); y estocada a capón (silencio). Andrés Roca Rey. Estocada tendida (oreja con petición de la segunda); y estocada ligeramente desprendida (oreja tras aviso). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Logroño. Casi tres cuartos de entrada en los tendidos. En cuadrillas, Iván García saludó tras banderillear al segundo.

El diestro peruano Andrés Roca Rey cortó dos orejas en Logroño, una de cada toro de su lote, lo que hizo que se estrenara como matador de toros en España de manera triunfal, aunque no pudiera salir a hombros, ya que el reglamento riojano exige el doble trofeo de un mismo astado para tal honor.

Además de las dos figuras consagradas como son Morante y El Juli, el público riojano esperaba con ganas al peruano Andrés Roca Rey, uno de los nombres de la temporada gracias a sus triunfos como novillero en las principales plazas del circuito nacional como Madrid, Sevilla, Pamplona y Bilbao.

El joven limeño, de 19 años, se plantó en el coso de La Ribera sólo tres días después de haberse convertido en matador de toros y anunciado con dos colosos, y, lo que son las cosas, al final fue él, Roca Rey, el que se llevó el gato al agua, triunfando, convenciendo y avisando a los que mandan que quiere instalarse arriba y pelear por el cetro del toreo.

Pronto se vio la actitud con la que venía, en un bonito y ajustado quite alternando chicuelinas y tafalleras en el primer toro de El Juli, pero fue en el primero suyo cuando, al interpretar otro quite por ceñidas gaoneras y tallaferas, puso a todo el público a su favor.

Con la muleta evidenció un descarado valor, complementado por un concepto sin alharacas y de recursos para resolver series cortas por el derecho de apabullante quietud y dominio. Al natural toreó Roca Rey con temple, hondura y bajando mucho la mano, manteniendo así el ritmo creciente de una obra en la que todo tuvo que hacerlo él, ya que el noble animal tampoco fue nada del otro mundo.

Un final de cercanías en los mismos medios, con manoletinas incluidas, y una certera estocada le pusieron en sus manos la primera oreja de la tarde, que pudieron ser dos si el presidente llega a atender la demanda que hubo del doble trofeo.

El sexto fue un toro que, hasta que no llegó al último tercio, nadie había apostado por él. Roca Rey inició faena por estatuarios para volver a dar otra exhibición de toreo poderoso y mandón, haciendo todo por abajo, muy reunido y con exquisita limpieza, y, algo muy bueno también, andando por el ruedo con mucha torería. Otra vez funcionó la espada, y nueva oreja para él.

El primero de Morante fue un toro que salió suelto las dos veces que entró en el caballo, doblando, además, las manos a la mínima que le obligaba. El de la Puebla del Río lo intentó en un trasteo con enganchones y descontento del personal.

En el cuarto dejó pinceladas sueltas de su aromático toreo de capa, aunque sin poder cuajar una serie limpia al perder el toro constantemente las manos. En la muleta dio muchos tiempos entre serie y serie Morante, que realizó un toreo de ballet, es decir, muy suave, muy templado, muy estético y con mucho gusto, pero sin oponente al que enfrentarse.

Sus partidarios le llegaron a pedir la oreja, que el presidente decidió no conceder, conformándose el torero con una vuelta al ruedo.

El Juli sorteó el lote más infame del envío. Su primero, sin recorrido alguno, no tuvo ni un pase; y el cuarto, en el que brilló manejando el percal, se paró enseguida. En ambos estuvo voluntarioso el madrileño, aunque sin poder sacar nada en claro.

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